18 de marzo de 2014

"El mapa no es el territorio" A. Korybski.




En las sesiones anteriores de Counselling, hemos estado tratando temas que tienen que ver con la sensibilización  del lenguaje, tanto no verbal como verbal. El lenguaje es imprescindible para transmitir cómo nos sentimos, qué nos preocupa, cómo entendemos el mundo, etc…

Precisamente esta última cuestión es en la que más estamos haciendo hincapié en estas últimas semanas porque es la herramienta fundamental con la que se trabaja. No solo es necesaria para nosotros, sino para la otra persona.

Seamos conscientes o no, cada uno de nosotros tiene un “mapa” o unas gafas como dijo Kant, que nos ayudan a interpretar el mundo que nos rodea. Es decir, tenemos una serie de creencias, aprendizaje, conceptos que damos por universales que cuando hablamos damos por hecho las connotaciones que tiene, pero eso no quiere decir que signifique lo mismo para la demás gente. 

Recuerdo una experiencia en Bachillerato, en la asignatura de Filosofía en el que la profesora nos explicó que cuando pensamos en los colores, no todos tenemos la misma tonalidad o la misma experiencia de lo que es ese color. Por ejemplo, cuando vemos un objeto de un color extraño o divergente (azul verdoso) hay quien lo ve azul, hay quien lo ve verde, hay quien ve una mezcla pero se decanta por uno o por otro, pero no quiere decir que el color del objeto cambie.

Otro ejemplo, un merengue y un culé viendo un mismo partido, ven hechos totalmente opuestos. La realidad es la misma, no deja de ser un partido, pero la manera en la que interpretan lo que ven es distinta.

Cada uno de nosotros tiene un mapa que ha ido construyéndose partiendo de su experiencia y sus vivencias pero no tiene porqué ser fiel a la realidad. Creo que se ve claro en el ejemplo del partido. 

Por lo tanto, no podemos comprender el problema si partimos de nuestro propio “mapa”, solo podemos entenderlo de manera parcial y sabiendo que es una interpretación y no un hecho objetivo el problema que se nos está planteando. Podemos saber el “mapa” de la persona si previamente sabemos cuál es el nuestro y a partir de ahí buscar información por medio de preguntas. 

Me resulta curioso esto de las preguntas porque al finalizar hicimos un ejercicio que consistía precisamente en hacer preguntas sobre los hobbies de los compañeros y precisamente las preguntas que hacía era la que yo me haría si me gustara ese hobbie, y no lo que en realidad implica buscar información. Después de realizar las preguntas que yo me haría en ese caso, no era capaz de seguir preguntando por el hecho de que es suficiente para mí, pero no quiere decir que haya obtenido toda la información necesaria para saber cuál es el “mapa” de la otra persona. 

Estos modelos de representación mental se pueden encontrar organizados jerárquicamente en niveles:

  • DETALLES: secuencia de elementos que se encuentran presentes. Se plantea el problema desde un punto de vista más amplio y sin concretar demasiado.
  • EXTENSIÓN: donde se concretan los límites del “mapa”. Se focaliza el problema en un área determinada y se dan más detalles sobre él.
  • (incógnita): supongo que será la contextualización del propio “mapa”, es decir, dar sentido a las implicaciones que tiene el problema y darle un significado. La próxima semana saldremos de dudas.
Para movernos en los distintos niveles, se realizan preguntas que según el tipo de pregunta se conseguirá más o menos información. Si queremos tener un punto más amplio del problema (divergir), debemos realizar preguntas abiertas (cómo crees que te sentirías si…), mientras que si queremos un concretar un aspecto puntual (convergir) necesitaremos preguntas cerradas (cómo te sientes). 

El tipo de respuesta va a variar dependiendo del tipo de pregunta que hagamos o del interés que tenga esa persona en contarte lo que piensa. Puede que ocurra que al hacer una pregunta la respuesta no tenga nada que ver con la  pregunta. Por ejemplo, puedes preguntar sobre lo que hiciste el fin de semana y que te responda lo que va a hacer la semana que viene, posiblemente porque le esté incomodando esa pregunta, o no quiera responder directamente. 

Usualmente empleamos sustantivos cuando lo que verdaderamente queremos expresar son acciones, a este fenómeno se le conoce como nominalización. Por ejemplo, “tengo un cansancio” es una frase que solemos decir con más o menos soltura pero que todos comprendemos pero no estamos aplicando bien el concepto de CANSANCIO, es decir, un sustantivo designa algo estable, pero el hecho de estar cansado no se produce en un momento determinado, sino que es el resultado de un proceso. Lo que se trata de nombrar como CANSANCIO es mucho más procesual y dinámico. Es como decir “hoy ha sido un día de mierda” el resultado de todo el día ha sido una mierda pero no todo lo que ha acontecido durante el día lo ha sido. 

Por otro lado, las nominalizaciones menores las utilizamos para expresar cualidades cuando en realidad queremos expresar conductas, cómo es una persona o cómo es el mundo. Por ejemplo, “todos los hombre son iguales” se está atribuyendo a todos los hombres una cualidad cuando lo que en realidad se está generalizando la conducta.

Como ya dije anteriormente, hicimos un juego de roles en el que por grupos de 3 o 4 personas, debíamos contar un hobbie que tuviéramos mientras que una persona nos hacía preguntas y otra/otras observaban tanto el tipo de preguntas como el tipo de preguntas que haría en el caso de que le tocase a él/ella preguntar.

Las consecuencias fueron: sintonización entre la persona que realiza las preguntas y quien las contesta (acompasar) y el hecho de que fuera una simple lluvia de ideas que sirviera solo para recoger información mediante pregunta-respuesta). Como conclusiones obtuvimos que el hecho de obtener información nos hiciera pasar por alto el tema de los silencios que son necesarios tanto para el oyente como para el que habla. 

El objetivo de este ejercicio consistía en notar si estábamos explorando a nivel de detalle  y los distintos caminos de exploración. Generalmente, los caminos de exploración dependen de la persona que responde, al menos eso pienso, ya que el counsellor va a preguntar en función de las respuestas que obtenga y es el que se va a encargar de guiar la conversación hasta un punto en el que ambos se sientan cómodos. 

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