25 de febrero de 2015

Pensamientos antes de un proceso



No sé si es como consecuencia de la carrera en sí o de mi formación trasversal en los cursillos y en Habilidades de Counselling, pero lo cierto es que estoy empezando a "sentir" o ser consciente de los sentimientos que tengo antes de dar clases. 

Estoy relativamente familiarizada y acostumbrada a dar clases, independientemente de la edad tanto mía como del "aprendiz". Pero lo cierto es que no me había dado cuenta de cómo me sentía antes de comenzar un proceso de enseñanza-aprendizaje nuevo en el que se supone que yo soy la que enseña, quizá porque me resulta complicado considerar quién es el que realmente aprende y el que enseña, es decir, el que enseña está aprendiendo a enseñar y el que aprende está enseñando a la otra persona a aprender.  

Cuando estaba repitiendo 2º de Bachillerato, tanto mi compañera como yo teníamos las mismas asignaturas, así que pasábamos mucho tiempo juntas y solíamos estudiar y repasar de manera conjunta. Nos explicábamos lo que no entendía cada una, por lo que a la que no se lo sabía aprendía y la otra al tener que enseñárselo a la otra también aprendía.

Para mí, esa es la clave no hay que dar por supuesto que el estudiante va a ser el que va a aprender y el profesor el que va a enseñar. De hecho, considero que el que más aprende es el profesor. 

Cada clase es única, por ejemplo, ayudo a un compañero de clase con Matemáticas y cada vez que quedamos para repasar es totalmente distinta aunque aparezca de manera reiterada un mismo ejercicio. Ni él ni yo somos los mismos, ni él sabe lo mismo antes de la clase ni después, ni es tan "malo" como él dice con las matemáticas ni yo soy tan "buena". Ser "malo" o "bueno" en algo es un simple calificativo limitador, desde mi punto de vista. Los que más nos limitamos somos nosotros mismos.

Ni le considero "malo" en matemáticas ni me considero yo "buena". Lo peor es que sale de él mismo, lo que me preocupa. Por ejemplo, en Matemáticas I le dí clases en junio antes del examen pero no consiguió aprobar. Este curso, fue a clases y notó la diferencia, es decir, de limitarse únicamente a realizar una operación que estaba en la pizarra sin apenas cuestionarse si lo entendía o si le generaba algún conflicto en sus estructuras internas, en sus "estructuras matemáticas", a comprender el motivo por el cual hacía lo que hacía, de manera razonada y con cierto orden lógico. 

Para mí, lo importante de esas clases no era que tuviera una nota u otra, aunque lógicamente era su objetivo principal, sino que fuera capaz de razonar los motivos que le llevaban a resolver el problema y no que el problema estuviera bien resuelto o no. Si me limitaba a explicarle los ejercicios que habían dado, solo conseguía que fuera capaz de resolver ese ejercicio en concreto, pero no hacía que comprendiera el proceso que estaba realizando, no razonaba el motivo, sino que limitaba a buscar la solución de una forma u otra. 

Es muy complicado, al menos a mi me lo parece, realizar un ejercicio que no entiendes o estudiar algo que no comprendes. ¿De qué me servía, mejor dicho le servía a él, saber resolver un problema si no era capaz de generalizarlo, es decir, que en el momento de que se lo pidieran del modo inverso no supiera resolverlo?

Lo bueno de esto es que me obliga a mi a plantearme si mi manera de explicar es la correcta o no, es decir, si se limita a decirme que lo entiende cuando no es así. Para evitarme eso, siempre le obligaba a que me lo explicase y tras varios meses ya es él el que me lo explica sin yo pedírselo. Creo que es muy bueno, sobre todo porque pienso que cuando entiendes algo eres capaz de explicárselo a alguien que no lo sabe, y porque es una manera de obligarse a sí mismo a razonar matemáticamente y saber en qué paso se ha atascado y qué es lo que no comprende. 

Algo que me pasa siempre, y no sé hasta que punto es bueno, es relacionar con aspectos que sé que comprender, no solo para que lo comprendan mejor sino para que no consideren las áreas o los temas como cajones estanco sin relación con otros. Eso si, requiere tanto cierta relación de confianza como cierta información del tema por mi parte. Lo que más me gusta es que las vinculaciones no siempre partes de mí, sino que en cierto modo hago que eso mismo que les enseño en un caso concreto lo generalicen y puedan aplicarlo a otros ejemplos. 

Lo fácil es cuando tienes experiencia con esa persona, pero ¿y si no es así? Quizá sea por mi manera de ser, o la manera tengo de relacionarme sobre todo con gente que no conozco, pero el caso es que los primeros días son tanto los mejores como los peores. Los mejores porque es clave para establecer una buena relación entre ambos, acompasar/desacompasar son claves al inicio y no es fácil ser consciente de ello, al menos los primeros días, hasta que vas asimilando los cambios y acomodándote al proceso. Los peores porque al no saber cómo se va a producir ese proceso, te hace que no seas capaz de anticiparte a lo que puedas hacer frente a cualquier incidente crítico, a mostrarte tajante pero cercano a la vez, de no tener claro el tipo de rol que tienes, quieres y necesitas tener a la hora de trabajar con esa persona.

Sobre el 4º-5º día, al menos en mi caso, el proceso se vuelve más accesible, modelable y factible para ambos porque es cuando se comienza a estrechar la relación  y cuando el lenguaje no verbal tiene significado para los dos. Personalmente, por mi experiencia, a partir de ese momento es cuando más se disfruta la docencia. 

No sé si estoy más nerviosa o deseosa de empezar. Y como no podía ser de otra forma, estos sentimientos me recuerdan a cómo me encuentro a la hora de hace un examen. En el verano del 2009, me quedaron 5 asignaturas y como sabía que  si iba a por todas no conseguiría aprobar ninguna, me preparé 3. ¿Lo malo? Me puse nerviosa en todos los exámenes y me quedaron 4, de hecho creo que aprobé la única que no me había preparado. Desde entonces pensé "NUNCA me voy a poner nerviosa en un examen", y no me va del todo mal porque no hice semipleno, al menos por ahora.

Supongo que conforme tenga más experiencia mis nervios antes del inicio de una clase (de un proceso de enseñanza-aprendizaje) vayan a menos, eso si que nunca desaparezcan porque es una sensación muy bonita. 


19 de febrero de 2015

¿Por qué ahora?

Desde hace unos meses, tengo la sensación de que no estoy en una universidad. No por la propia institución sino por la manera en la que me estoy tomando la carrera. Me he dado cuenta de que estoy haciendo los deberes, los apuntes, los trabajos y las exposiciones como algo monótono y sin ritmo, es decir, de manera mecánica sin apenas cuestionarme el que sentido que  tiene para mí o para qué me va a servir todo lo que estoy aprendiendo.

Me recuerda a la sensación de desmotivación que tenía en la ESO y en Bachillerato, periodos en los que no sabía si iba aprobar una asignatura que llevaba arrastrando desde hace tiempo ni me importaba saberlo, no tenía la esperanza de aprobar y tener un verano sin necesidad de estudiar y poder descansar. De desconectar y olvidarme de todo un aquello que  tanto me había costado durante el curso y me sorprendía cuando no me quedaba ninguna.

No sé cómo explicarlo, supongo que no me importaba aprobar porque no sabía lo que quería hacer y no tenía prisa en conseguir un objetivo que siquiera tenía.

Supongo que, en cierto modo, tenía justificación o me respaldaba en esa explicación para no esforzarme lo suficiente. 

Pero ¿por qué ahora, cuando sé lo que quiero y sé que tengo que aprobar y sacar un expediente medianamente decente para lograr mis objetivos, es cuando más estoy flaqueando, cuando menos me importa las calificaciones y ni siquiera estoy  reteniendo aquello  que se supone que tendría que recordar?

En una actividad que hemos realizado hoy en inclusiva, cada grupo ha debatido sobre una serie de cuestiones tras ver un documental. Cada uno daba su punto de vista, aunque reconozco que la que más nerviosa se estaba poniendo y la que empezó a hablar de malas maneras fui yo. No me di cuenta hasta que un amigo me dijo "¡¡Silvia, no te pongas así que me pones nervioso!!" No se puede expresar de manera escrita su cara y su tono de voz, pero estaba tan rojo que parecía que iba a estallar y muy nervioso. 

Al ver su reacción, lo primero que hice fue reírme por la manera en la que lo dijo, pero me di cuenta de que no estaba actuando bien y que algo fallaba. 

Esta semana me la estoy tomando mucho más tranquila que las anteriores, priorizando mi estado de ánimo y mi manera de hacer frente a esta situación en comparación a como me gestionaba antes y cómo puedo gestionarme o tomarme las semanas que me quedan de curso. 

No hay descanso mejor que ver una película y si hay una película que motive, a parte de "Intocable", es  "Billy Elliot".


13 de febrero de 2015

"Hay ausencias que representan un verdadero triunfo" Julio Cortázar

Desde hace unos meses vengo pensando en la manera en la quiero terminar la carrera, qué hacer después de terminar el grado, qué hay más allá, si es que hay algo, es decir, plantearme una serie de cuestiones que no son tan lejanas, teniendo en cuenta que estos casi 3 años de carrera se me han pasado volando.

Este blog nació precisamente de una asignatura de la carrera, por lo que si termino el grado, en cierto modo también termina el blog, o al menos para mí este blog implica y simplifica todo el grado: lo que me ha gustado, lo que no me ha gustado, las sensaciones nuevas que he sentido, intentar dar explicación a procesos que en su momento no me había plantead, ser consciente de mi propio proceso de aprendizaje, vincular conceptos, dar sentido a aquello que parece incognoscible…

En estos años, mi manera de escribir, la manera en la que hacía mío este espacio que inicialmente era un diario reflexivo de una asignatura pero paulatinamente fui apropiándome de él y, sobre todo, yo misma han cambiado paralelamente, aunque bien es cierto que no siempre fui consciente de ello.

Precisamente este detalle, es el que me hizo replantearme el querer continuar o no este formato que en ocasiones puede resultar un diario reflexivo y otras una simple retahíla de argumentos de los que solo pretendo librarme y del que muchas veces me arrepiento de decir, me pasaba más al principio que ahora.

Si tuviera que decidirme por cuál ha sido el ámbito que más he desarrollado gracias a este espacio, no podría quedarme con uno solo.

A nivel profesional, ha sido, es y será, aunque el nuevo blog no tenga el mismo nombre, un espacio en el que compartir experiencias, explorar, investigar, indagar, profundizar, matizar y, ante todo, aprender.

A nivel personal, ha sido un proceso de cambio, de conocer mis límites (romper con ellos), de ser lo que yo quiera ser y no lo que pretendan que sea, de tener la libertad de elegir mi propio camino, de equivocarme, de tropezar, de caerme pero siempre de seguir adelante, de tener seguridad en mí, sin depender de que nadie confíe en mí, de tomar mis propias decisiones, de corregirme, de no exigirme demasiado, de preocuparme o despreocuparme en ciertas situaciones, de darle la importancia que tiene cada situación, de ser más paciente, de soportar no tener un camino claro, de pararme a pensar, de no ir tan rápido, de no coger el camino más corto, de valorar lo verdaderamente importante de cada momento…

Esta decisión, deliberada y difícil, es fruto de toda esa implicación y todo el proceso de cambio de estos meses y de los que quedan. En más de una ocasión me he arrepentido de haber escrito sobre ciertos temas, pero cuando me he dispuesto a eliminar el post no he podido, bien porque seguía estando de acuerdo con lo que explicitaba en el post, aunque mis maneras de explicarme no fueran las mismas o bien porque el hecho de no eliminarlo me hacía pensar para la próxima vez que tendría que pararme a pensar dos veces antes de escribir.

Estos últimos meses, sobre todo gracias a la mención y a la investigación, van a servir de puente para conectar la experiencia del grado y de los cursos de verano con la experiencia del máster, del doctorado y de lo que surja.

El miércoles pasado, cuando comencé con Alejandro a planificar la investigación y a comprender los análisis de datos para poder trabajar con ellos, él y Gloria me propusieron hacer un metálogo acerca de la asignatura de Psicología del Desarrollo, de lo que había significado para  mí cursar esa asignatura y qué es lo que me había aportado tras 3 años. Todo lo que respondí se concentra en este blog, es decir, Oasis entre las dunas es un ejemplo de desarrollo, de cómo ha ido cambiando conforme yo le daba otro enfoque, de cómo cualquier cambio en mí se proyectaba en el blog, aunque yo me resistiera a ello.

Una pregunta que me hizo Gloria y que me llamó mucho la atención fue mi capacidad de conectar o vincular experiencias, conocimientos y ámbitos que aparentemente no tienen relación. No sé cuándo, cómo ni por qué comencé a  desarrollar este tipo de conexiones, posiblemente fuera cuando en Filosofía la profesora nos obligara a relacionar los pensamientos de los autores para notar las diferencias y semejanzas entre sus pensamientos, pero el caso es que no suelo darle demasiadas vueltas a la hora de realizar estas conexiones, porque es forzarlo.


Está claro que las vinculaciones no se hacen solas pero tampoco considero que todo esté vinculado con todo, ni todo lo contrario, simplemente el poder ver un suceso o una situación desde distintos puntos de vista te hace tomar una perspectiva más amplia y poder relacionarlo con aspectos que antes no eras capaz de vislumbrar. 

11 de febrero de 2015

Un tímido pero fructífero comienzo



Últimamente, no escribo mucho porque estoy centrándome más en el blog compartido de la asignatura de Educación Inclusiva y porque el resto de asignaturas tampoco me dejan tiempo suficiente para dedicarme a escribir en este espacio.  No me gusta el hecho de no poder hacerlo precisamente porque creo que más que nunca estoy comenzando a comprender aspectos de asignaturas pasadas, sobre todo de PDD, que en su momento no me quedaron claras y ahora están cobrando mayor sentido, en función de los nuevos contenidos. Queda pendiente reflexionar sobre ello.

Pero este post no va precisamente de mi formación en el grado, que es la principal en este momento, sino de mi iniciación en la investigación que desde hace unos meses comencé apenas pasando las encuestas a un Excel, pero que paulatinamente van cobrando mayor importancia para mí, sobre todo en mi futura profesión.

Hoy hemos tenido nuestra primera reunión oficial, después de que me aceptaran la beca de iniciación a la investigación, enfocada sobre todo a la manera de comprender la investigación desde un punto de vista cuantitativo, profundizando en los análisis de datos obtenidos a través de los cuestionarios y también desde un punto de vista más cualitativo por medio de las entrevistas, donde las preguntas son mucho más abiertas y los datos son más personales.

A nivel personal, es complicado interpretar o dar sentido a un cuestionario porque el hecho de puntuar algo bajo o alto es totalmente arbitrario y personal. Quiero decir, si dos personas puntúan alto un valor, un ítem, no implica que para ambas signifique lo mismo. Es complicado además porque solo tienes en cuenta los datos recogidos en un momento determinado. Lo que sucede alrededor no se tiene en cuenta, por ejemplo.

En cambio, una entrevista da o puede dar valores más fiables que un simple valor numérico porque se precisa que la persona justifique ese valor, incluso puede que al principio considere que tiene cierto valor pero conforme reflexiona sobre ello cambia o puede cambiar su puntuación.

La primera impresión ha sido buena, aunque faltan todavía muchos datos que asimilar pero supongo que cuando comience a familiarizarme con ellos cogeré confianza y podré ser cada vez más autónoma, o al menos eso deseo.

1 de febrero de 2015

La Rúbrica como técnica evaluadora

La primera lectura que hemos realizado en Educación Inclusiva ha estado enfocada al aprendizaje cooperativo como técnica para fomentar la ayuda entre iguales y la atención a la diversidad.

No me gusta la denominación de "necesidades educativas especiales" porque considero que no hay aprendizajes "normales" o lo que se podría denominar como "normal". El hecho de diferenciar un tipo "especial" de necesidad educativa necesaria provoca que haya otra "normal" ¿Qué es normal? ¿Aquello que es deseable o aquello que NO se sale de lo establecido? Quiero decir, si dos personas no son iguales,  ¿por qué una persona es considerada como "normal" y otra como "especial"? 

Las cualidades que podamos atribuir a alguna persona es totalmente aleatorio, convencional y condicionado, se precisa contextualizarlas. Puede que para una persona, una cualidad pueda sonar despectiva, pero para otra no. 

Personalmente, considero que un aula es donde más diversidad debe haber, aunque se pretendar crear grupos homogéneos. No somos iguales entre nosotros (por suerte) y por esa misma razón no aprendemos de la misma manera (que aburrimiento sino...). Enseñar que no hay una única manera de enseñar, a cualquier nivel educativo, es esencial para aprender a aprender.

No somos seres individuales y autónomos, sino que necesitamos estar en contacto con otros para aprender, para enseñar, para desarrollarnos profesional y personalmente. Por eso no tiene sentido que en ningún nivel educativo se trabaje de manera individual, e incluso competitiva. 

Si se trabaja de manera individual, el ámbito de las relaciones personales pasa a un segundo plano. Precisamente, por mi experiencia en las prácticas, creo que es el máximo problema de la educación. Una educación individualizada fomenta que no se tenga en cuenta a las otras personas, llegando incluso a "pasar por encima de ellas" para lograr un objetivo propio. Las clases dedicadas a las tutorías no son suficientes, ni mucho menos, para trabajar competencias básicas como son la ayuda entre iguales, resolución de conflictos, trabajos en grupo, empatía, inteligencia emocional y demás ámbitos que, generalmente, no se aplican en el aula.

No quería demorarme demasiado en este asunto, no porque no considere que es primordial a cualquier nivel educativo, sino porque el objetivo de este post es otro.

Volviendo a la lectura, que por cierto es una ponencia de Pere Pujolàs en VI Jornadas de Cooperación Educativa con Iberoamérica sobre Educación Especial e Innovación Educativa que lleva el nombre de "Aprendizaje cooperativo y educación inclusiva: una forma práctica de aprender juntos alumnos diferentes", se especifican cierta cantidad de técnicas que, en función de en qué momento de la planificación de una unidad didáctica se encuentren, se consiguen unos u otros objetivos. Todas las técnicas están basadas en el aprendizaje cooperativo.

Como actividad complementaria, debíamos buscar un técnica de aprendizaje cooperativo, apoyándonos en un recurso audiovisual o didáctico. No sé por qué pero no consigo introducirlo en el post, para quien quiera verlo, el vídeo de llama "La Rúbrica".

Uno de los aspectos que considero más difíciles de la labor docente es la evaluación, sobre todo tiendo en cuenta que es algo subjetivo, o de manera general lo es, y que generalmente, se toma como referencia los criterios estipulados por los propios docente, en la mayoría de los casos, sin tener en cuenta lo que piensan los alumnos sobre esa manera de evaluar.

Puede resultar interesante, dentro de unos límites, conocer qué es lo que los alumnos consideran que se tendría que tener en cuenta a la hora de evaluar. En la universidad quizá sí que sea un proceso bidireccional, es decir, los alumnos son evaluados por los profesores y los profesores son evaluados por los alumnos, pero en los niveles educativos inferiores es unidireccional, o al menos creo que los estudiantes no tienen la oportunidad, formalmente, de evaluar a sus profesores. Personalmente, considero que quien evalúa está predispuesto a ser evaluado, sino la evaluación carece de sentido, desde mi punto de vista.