28 de septiembre de 2013

La integración en la escuela ordinaria. Una experiencia de trabajo.

Aunque es una lectura que es para debatir en clase el miércoles de la semana que viene, no pude aguantar la curiosidad y la leí antes de tiempo. Es un artículo de Cecilia Asensio, publicado en Guix, Elements d´Acció Educativa, 231, pp. 67-73, enero 1997. Cabe destacar que la autora del artículo es (o era) maestra de Educación especial CEIP Roselló (Porcel). 

No sé si es por su semejanza a una lectura que realicé el año pasado en la asignatura de PDD ("Soñar despierta", del que realicé un post) o porque en el lugar donde se suceden los hechos es especial para mí (es el pueblo de la infancia de mi madre), pero el caso es que me encantó leer este artículo.

Para poneros un poco en situación, en una escuela pública de la localidad de Santa Coloma de Gramenet, se pretende integrar un niño (de 8 años) que presentaba un diagnóstico de retraso global desde los dos o tres años. Además, tenía espina bífida, con lo que estaba restringido en cuanto a movimientos y consecuentemente también lo estaba su coordinación, equilibrio, y demás habilidades motrices. No podría escribir. 

Pese al diagnóstico que presentaba el niño, los docentes del centro contaban con una fuerza de voluntad de integración más fuerte que con una serie de profesionales especializados o recursos necesarios.  Para otra parte importante de la comunidad educativa, padres, madres o tutores de sus compañeros, fue esencial su implicación en el proceso, no sólo porque aconsejaban a sus hijos e hijas, sino que asistían a reuniones realizadas por el colegio para tener en cuenta las preocupaciones y sus dudas al respecto. 

Como primeras observaciones que se realizaron durante el periodo de adaptación, el niño presentaba característica físicas como corporales, visuales, gran nivel de comprensión, llamas de atención constantes, fácil de motivar y fase egocéntrica no superada ( es decir, era él y su mundo). 

Tampoco poseía buena relación con los demás compañeros, ni personas adultas. Dependía totalmente de las personas adultas. En cuanto al lenguaje, poseía graves problemas de expresión de forma hablada y escrita (grafomotricidad, morfosintaxis, problemas de simplificación), además de dificultades de tono muscular (no podía coger correctamente el instrumento) coordinación de movimientos, incapacidad de representar por escrito cualquier objeto. Pero era un gran comunicador, estaba interesado en transmitir ideas y vivencias con gran carga emocional.

Su relación con el entorno era de inseguridad, miedos y obsesiones, en el inicio se culpabilizaba de todo, independientemente de que fuera o no culpa suya.

En matemáticas, no sabía realizar relaciones lógicas, sabía contar hasta 10 de manera oral, pero no de manera escrita, no sabía la relación entre la escritura y la fonología y no sabía operar. 

Partiendo del concepto de diversidad obtenemos que cada persona posee experiencias, comportamientos y procesos de desarrollo distintos.  Por eso, no debemos marcar objetivos para que todos lo alcancen, sino que debe ser el grupo quien guíe el proceso educativo. 

Desde un principio el grupo presentaba una gran inestabilidad para lo que fue necesario planificar un programa y unos enfoques que establecieran las líneas generales y conseguir el equilibrio necesario para trabajar. Fue un trabajo entre los profesores y sus alumnos y el propio niño, para que así él participase en los trabajos en grupo. 

Los objetivos que se plantearon fueron conocer y aceptar la propia identidad (así como la relación con el entorno y con los demás para adquirir autonomía personal), fomentar el trabajo organizado para progresar en la adquisición de hábitos), solidaridad y respeto hacia los demás y organización de comunicación mediante los medios propicios para ello. 

Para ello, fue necesario una metodología interactiva y de ayuda entre iguales, además de favorecer el contacto y potenciando los intercambios cooperativos. El grupo tardó en estabilizarse casi 2 meses pero se consiguió, no se cerraron puertas en ningún momento ni se tiró la toalla durante ese periodo de tiempo. 

No voy a entrar en lo que se hizo para que eso ocurriera pero se desarrollaron dos líneas importantes: adecuar el trabajo al contexto en el que se desarrolla y prestar especial atención a aquello que era primordial para él. 

Lo que se logró con todo esto fue notable tanto para él como el resto de sus compañeros y su propia tutora. Con sus compañeros, comenzó a ser selectivo (diferenciando a amigos dependiendo de su tarea) y con la profesora era más tolerante cuando el resto de sus compañeros necesitaba la ayuda de la profesora. No únicamente en relaciones sociales ha habido un cambio sino también en el ámbito académico superando las dificultades  de expresión y lenguaje matemático, y en las habilidades motrices. 

En especial, hay una anécdota en la que se muestra la superación del miedo y la inseguridad en relación  del niño con el entorno. Se trataba de un encuentro entre los distintos colegios donde se bailaba, para sorpresa de la profesora, el niño fue capaz de seguir la actividad conjuntamente con el resto de sus compañeros. 

Quería ser breve pero no lo conseguí. Puede que sólo sea una anécdota o una historia más que haya leído pero creo que la moraleja de esta historia es muy entrañable y que todos en un momento dado tenemos que aplicar. El mero hecho de etiquetar sin conocer a la gente es un claro ejemplo de lo que no hay que hacer. 

Precisamente, el hecho de la etiquetación fue algo que pude experimentar el curso pasado. Uno de los grupos de PDE, en su exposición realizó un juego de roles en el que cada uno de nosotros tenía una etiqueta determinada que no sabíamos. Debíamos ponernos por parejas y explicar porqué nos habíamos puesto con esa pareja. En mi caso, fue difícil encontrar pareja aunque no sabía el motivo, y el post-it del compañero era "independiente". Cuál fue mi sorpresa que al saber mi etiqueta entendí porqué huían de mí. Era "paranoica". Lo más gracioso fue que el "independiente" se pusiera conmigo.

Seamos conscientes o no, todos llevamos una serie de características propias que nos hacen únicos. Prescindir de ellas, a mi entender, es lo peor que puede hacer uno. Por ejemplo, en mi caso, hasta hace poco pensaba que era tímida , no porque en verdad lo fuera sino porque los demás decían eso de mí. El hecho de que lo digan no quiere decir que lo sea. Aunque no todas las etiquetas son iguales, siempre pretendemos cambiar hacia mejor, otro cantar es que lo consigamos.

Para mí, lo importante y con lo que me quedo tras leer esta historia es que no hay límites, los creamos nosotros, están en nuestra cabeza. Posiblemente, si el centro no hubiera tomado las medidas oportunas para producir un cambio, el niño se hubiera estancado. 

EDUCACIÓN INCLUSIVA: POR Y PARA TODOS.


OELD

24 de septiembre de 2013

¿Qué escuela queremos?

En la sesión del miércoles pasado y la de ayer, estuvimos tratando en FPAD el tema de la diversidad encaminado a responder a esta pregunta. Todo surgió cuando leímos un fragmento del artículo publicado en El País el día 19 de diciembre de 2010, escrito por Mario Vargas Llosa y cuyo título es "Rinkeby".

Por resumirlo de algún modo, pone un ejemplo de cómo una serie de profesores toman un conjunto de decisiones que van a convertir el colegio de Rinkeby de unos niveles de resultados excesivamente bajos en comparación del resto del país a un referente académicamente hablando del mismo. Es un caso real y posiblemente uno de los pocos que existen. 

Personalmente, una de las decisiones que toman en el colegio más relevante es la de además de educar a los niños y niñas a convivir con diferentes culturas, es el hecho de que también se informe a los padres. Los valores que es enseñan o se tratan de enseñar en la escuela y los que cada padre, madre o tutor desea que su hijo o hija tenga en ocasiones son muy dispares. 

Hacer partícipes a los padres, madres y tutores de los avances tanto en conocimientos como en valores genera un buen clima de trabajo colaborativo entre los miembros de la comunidad educativa. 

Teniendo como ejemplo el caso de la escuela de Rinkeby, la pregunta es ¿por qué no se hace en todas las escuelas? ¿A qué tenemos miedo? ¿Al cambio? ¿Al fracaso?

Cualquier cambio educativo requiere de un tiempo y un espacio par llevarse a cabo. Tenemos que diferenciar entre lo que deseamos y lo que posiblemente vayamos a encontrarnos con dicho cambio. Un cambio puede ser para mejor o para peor, pero si no se intenta no sabemos que rumbo va a tomar, porque hay cosas que no se pueden predecir porque no dependen de nosotros. Hay muchos factores que inciden en el cambio: el contexto, las familias, el centro escolar, los recursos del centro escolar, las propuestas, los presupuestos, las ayudas, el transporte, el gobierno, las leyes, etc.. 

Como dice el dicho más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Hasta cierto punto tiene razón pero si la sociedad no hubiera cambiado, no se hubiera arriesgado a dicho cambio posiblemente  no estaríamos donde estamos actualmente. La estabilidad es buena pero prolongada en el tiempo, se convierte en rutina, algo que personalmente no me gusta. Es una forma cómoda de vivir porque no tienes preocupaciones pero llega un momento que quieres cambiar. Por ejemplo, ir todos los fines de semana a ver a tu equipo favorito, si llevas haciéndolo toda tu vida, se convierte en rutina, pero si un día te apetece ir al parque a correr con tu perro y te gusta más que ir a ver el fútbol, claro que te va a resultar costoso habituarte a cambiar la rutina de los domingos pero  que lo consigas o no depende solo de ti. 

El ejemplo es mucho más sencillo de lo que se quiere conseguir de cambiar la escuela. Si dependiera de unos pocos sería mucho más simple, pero cambiar la mentalidad de la sociedad es un proceso que requiere constancia, paciencia y toda la información que sea posible. 

El fracaso no es más que otra forma de aprender, no debemos considerarlo como negativo o tener miedo de él. Nadie nace aprendido y con el tiempo saldrá bien. No hay que tener prisa en ese sentido. 

NUNCA ES TARDE PARA COMENZAR

OELD

17 de septiembre de 2013

Atención a la diversidad: principio ético fundamental

No sé muy bien cómo empezar a redactar este post porque para mí es algo que no me había replanteado al considerarlo de sentido común. Pero claro, llegados a ese punto me hago una pregunta: ¿qué es el sentido común? o ¿a qué llamamos sentido común?.

El sentido común es un término cultural, es decir, depende del sitio donde vivas o estés va a contener ciertas acciones. Por ejemplo, ciertas religiones son machistas y no dejan a las mujeres vestir o hacer ciertas acciones. Aunque generalmente, el sentido común esté mas relacionado con aspectos que van más allá de una forma de vestir o de actuar, es más personal y a distintos niveles afectivos. 

Todo esto venía a que ayer en FPAD estuvimos hablando sobre el tema de la atención a la diversidad y de lo que ello significa. La educación es algo que siempre se tiene o se debería tener, sea de donde sea: un profesor, la familia, los amigos, el entorno, las sociedades en las que vivimos, los medios de comunicación, etc... También es cierto que no todos educan en el mismo grado o al menos no deberían.

Todos y cada uno de nosotros formamos parte del mundo y claro está que somos diferentes en cuanto a los criterios que elijamos. Incluso unos gemelos idénticos son diferentes. Entonces, ¿por qué esforzarnos en enseñar a todos de la misma manera?. Cada persona es un mundo y aprende a un ritmo, durante un periodo distinto y en un contexto totalmente distinto, ya sea a nivel personal, familiar y en una época determinada. Por ejemplo, hace 40 años era difícil encontrar clases con inmigrantes en ciertas zonas peninsulares. Pero ahora no nos asombramos a ver niños extranjeros en las clases. La sociedad ha ido evolucionando y asimilando todos estos cambios y posiblemente en educación es donde más se note o potencie el cambio de mentalidad hacia la diversidad. 

El color de piel, las discapacidades físicas y psíquicas o los trastornos del aprendizaje no son y símbolo de diferencia. No entiendo diferencia como algo despectivo sino como algo presente siempre. Por ejemplo, mis hermanos y yo no nos parecemos en nada, ni física ni psíquicamente, pero no quiere decir que merezcamos o no ciertos derechos, como la educación. Todos nos ponemos morenos, o a las malas nos quemamos y luego nos ponemos morenos, cuando tomamos el sol y no quiere decir nada.

Esto viene a que hace unos días, la profesora nos puso en conocimiento de un caso de un profesor que no podía dar clase un día y le pidió a una compañera que diera la clase por él, a lo que ella respondió "Vale, pero al disléxico me lo sacas de clase". Personalmente, no sé como hubiera actuado en ese momento con la profesora si hubiese sido yo el profesor. Para el asombro de nosotros, la profesora continuo diciendo "A más de uno os vais a encontrar así". 

La experiencia me dice que hay muchos profesores (al menos que me hayan dado clase) en cualquier nivel educativo que pueden saber mucho acerca de un tema pero eso no quiere decir que luego sepan aplicarlo o quieran en ese momento. No voy a dar nombres porque es de sentido común (al menos del mío), pero sí que es cierto que se nota cuándo los profesores saben y quieren que los alumnos aprendan y cuándo no. Para eso no hay que estudiar magisterio. 

Para mí, el trabajo perfecto es aquel en el que puedas desarrollarte como persona, que te guste y puedas ir más allá de lo que ya sabes. Por eso, considero la docencia como una profesión bonita en ese sentido, siempre vas a tener nuevos alumnos/as que te vana sorprender y aunque des el mismo temario nunca vas a tener dos clases iguales. Se puede ir más allá, investigando, a penas se saben cosas sobre las maneras de aprender porque la sociedad va cambiando.

Por ejemplo, me hace gracia porque el otro día me contaba mi hermano que su sobrina de 13 meses no sabe pasar la hoja de un libro, estando acostumbrada a los móviles táctiles. o los teléfonos móviles, antes cuando quedabas con alguien en un sitio y veías que no llegaba te ibas a casa o esperabas a que llegase. No se tenía la posibilidad de llamar o mandar un "whatsapp" para decir que se retrasaba o que no iba directamente. 

Considero que establecer diferencias es algo que uno establece, es decir, cada uno tiene la idea de diferencias. El hecho de que existan no quiere decir que se tengan que resaltar, independientemente todos tenemos características propias que nos hacen especiales y únicos. 


OELD

10 de septiembre de 2013

Repetición de curso

Para bien o para mal, España va en cabeza, o al menos es uno de los países donde más repetidores hay. Es uno de los temas que salió ayer en FPAD y me llamó la atención mi posición al respecto y cómo ha ido cambiando.



Cuando te proponen para repetir, ésa es la primera pregunta que se te pasa por la cabeza. En mi caso, he repetido 3 veces, 2º de Primaria y 1º y 2º de Bachiller. Para mí, el hecho de repetir no tiene una connotación negativa, es decir, cada uno necesita tu tiempo y su espacio para aprender. 

En 2º de Primaria, es cierto que era pequeña y que no suspendí por los conocimientos que debía de tener ese curso, ya que los poseía, sino porque me aumentó la graduación de los ojos. Posiblemente por haber aprobado las asignaturas y cumplir los años en Diciembre, no me supuso tanto a nivel personal. El cambio de amigos estaba claro pero en esas edades casi ni se aprecia, o al menos en mi caso ni lo noté.

En 1º de Bachillerato sí que fue un tanto diferente, porque ya dependía únicamente de mí el fracaso o el éxito, pero esa impotencia que tenía en 2º de Primaria, también apareció de nuevo aquí. Nuevamente, no me importó repetir porque no lo consideraba ni lo considero algo negativo para mí, aunque en este caso el hecho de repetir si era producido por no aprobar las asignaturas. Pero con esfuerzo y motivación conseguí aprobar bachillerato. 

Cuando repites puedes llegar a sentirte solo e inferior a los demás, pero si te esfuerzas puedes llegar a conseguirlo e incluso sacar distintas conclusiones que una persona que lo consiguió a la primera. 

No hay que poner límites para aprender ciertos conocimientos. Por ejemplo, este verano con mi primo de 4 años cuando estábamos en la piscina, un niño de 3 años se estaba tirando a la piscina. Su hermana le dijo "Si él se tira, ¿porqué tú no?". La respuesta es sencilla, cada persona necesita su espacio y su tiempo de aprendizaje. 

Todos aprendemos a lo largo de nuestra vida pero no de la misma forma ni a la misma edad. Sin ir más lejos, a mí me costó mucho aprender a leer cuando era pequeña. Iba un poco rezagada del resto de la clase, pero eso no quiere decir que ellos sean mejor o más listos que yo o que yo no sea mejor y menos lista que ellos. 

Sí que es cierto que te moleta al ver que tus amigos lo consiguen y tú no pero eso pasa siempre. Cuando ves a un amigo que tiene un móvil mejor que el tuyo y eso que tú sacas mejores notas que él, por ejemplo. Te llega a molestar pero tú tienes otras capacidades o habilidades que él no tiene y que le gustaría tener.

Puede que repetir sea ir un poco más despacio que la media pero no tiene porqué ser una experiencia negativa. Quizá sea porque repetí varias veces y no lo considere negativo porque para mí no lo fue.