24 de septiembre de 2013

¿Qué escuela queremos?

En la sesión del miércoles pasado y la de ayer, estuvimos tratando en FPAD el tema de la diversidad encaminado a responder a esta pregunta. Todo surgió cuando leímos un fragmento del artículo publicado en El País el día 19 de diciembre de 2010, escrito por Mario Vargas Llosa y cuyo título es "Rinkeby".

Por resumirlo de algún modo, pone un ejemplo de cómo una serie de profesores toman un conjunto de decisiones que van a convertir el colegio de Rinkeby de unos niveles de resultados excesivamente bajos en comparación del resto del país a un referente académicamente hablando del mismo. Es un caso real y posiblemente uno de los pocos que existen. 

Personalmente, una de las decisiones que toman en el colegio más relevante es la de además de educar a los niños y niñas a convivir con diferentes culturas, es el hecho de que también se informe a los padres. Los valores que es enseñan o se tratan de enseñar en la escuela y los que cada padre, madre o tutor desea que su hijo o hija tenga en ocasiones son muy dispares. 

Hacer partícipes a los padres, madres y tutores de los avances tanto en conocimientos como en valores genera un buen clima de trabajo colaborativo entre los miembros de la comunidad educativa. 

Teniendo como ejemplo el caso de la escuela de Rinkeby, la pregunta es ¿por qué no se hace en todas las escuelas? ¿A qué tenemos miedo? ¿Al cambio? ¿Al fracaso?

Cualquier cambio educativo requiere de un tiempo y un espacio par llevarse a cabo. Tenemos que diferenciar entre lo que deseamos y lo que posiblemente vayamos a encontrarnos con dicho cambio. Un cambio puede ser para mejor o para peor, pero si no se intenta no sabemos que rumbo va a tomar, porque hay cosas que no se pueden predecir porque no dependen de nosotros. Hay muchos factores que inciden en el cambio: el contexto, las familias, el centro escolar, los recursos del centro escolar, las propuestas, los presupuestos, las ayudas, el transporte, el gobierno, las leyes, etc.. 

Como dice el dicho más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Hasta cierto punto tiene razón pero si la sociedad no hubiera cambiado, no se hubiera arriesgado a dicho cambio posiblemente  no estaríamos donde estamos actualmente. La estabilidad es buena pero prolongada en el tiempo, se convierte en rutina, algo que personalmente no me gusta. Es una forma cómoda de vivir porque no tienes preocupaciones pero llega un momento que quieres cambiar. Por ejemplo, ir todos los fines de semana a ver a tu equipo favorito, si llevas haciéndolo toda tu vida, se convierte en rutina, pero si un día te apetece ir al parque a correr con tu perro y te gusta más que ir a ver el fútbol, claro que te va a resultar costoso habituarte a cambiar la rutina de los domingos pero  que lo consigas o no depende solo de ti. 

El ejemplo es mucho más sencillo de lo que se quiere conseguir de cambiar la escuela. Si dependiera de unos pocos sería mucho más simple, pero cambiar la mentalidad de la sociedad es un proceso que requiere constancia, paciencia y toda la información que sea posible. 

El fracaso no es más que otra forma de aprender, no debemos considerarlo como negativo o tener miedo de él. Nadie nace aprendido y con el tiempo saldrá bien. No hay que tener prisa en ese sentido. 

NUNCA ES TARDE PARA COMENZAR

OELD

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