25 de diciembre de 2015

Algunas experiencias con Papá Noel

Tenía ganas de escribir sobre las muchas veces que he visto a Papá Noel, aunque generalmente su llegada no era una de mis favoritas en el año. En casa somos más de los Reyes Magos pero igualmente cualquier regalo era bien recibido.

No sé cuántos años tenía cuando empecé a ser consciente de lo que significaban los Reyes Magos, ni mucho menos Papá Noel, pero hubo un año que Papá Noel llevó a casa por primera vez.

Alguien llamó a la puerta de casa y me dijo mi padre que fuera a abrir. Cuando lo hice, me encontré un perro de peluche (precioso). Al poco tiempo volvieron a llamar y pensé que era él, pero no fue así. Era mi hermano con su mejor amigo. Yo creo que ellos le vieron pero no me lo quisieron decir. Era imposible que no le hubiesen visto bajar las escaleras viviendo en un 3º sin ascensor y sin chimenea.

Mi gozo en un pozo, no pude conocer a Papá Noel, al menos eso creía. A los Reyes Magos aunque no les conocí en persona pese a  todas las veces que han estado en mi casa, pero les he escuchado y he visto sus sombras por debajo de la puerta de mi habitación. Nunca me he atrevido a levantarme de la cama por miedo a que se llevaran mis regalos. Es un truco que me dijo mi hermano.

Por suerte para mi, he visto a Papá Noel muchas veces en casa de mis tías y mi abuelo siempre le estaba en el baño cuando venía. Todos los años le pasaba lo mismo. No le faltaba detalle al grandullón: pelo blanco, barba blanca (algo escasa), tripa abultada (en ocasiones demasiado porque no podía abrocharse el cinturón y se hacía una lazada), zapatillas de estar por casa (el pobre estaba cansado de recorrerse el mundo en tan poco tiempo) y las gafas. 

Me encantan estas fiestas porque es el único periodo del año, no por cuestiones religiosas, sino porque cuando era niña me encantaba jugar con mi hermano a pedirnos los regalos cuando veíamos la televisión diciendo "me lo pido". Me cabreaba mucho con él porque se pedía los regalos que yo quería, siempre era más rápido que yo en decir "me lo pido". Había otras veces que no me importaba que se adelantara porque no quería eso. El hecho de ir a buscar a mi hermano para abrir los regalos era emocionante.

Hay cosas que no deberían cambiar nunca, al menos no se deberían olvidar.












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