11 de febrero de 2014

La universidad

Es curioso y gracioso que precisamente yo hable de este tema porque no fue una acción deliberada ni mucho menos pensaba que podía acceder a ella. Tenía un concepto parcialmente opuesto al que tengo hoy en día, ya que pensaba que al fin y al cabo era estudiar más para no conseguir nada que no pudieras conseguir mediante un Grado Superior o mediante otro sistema. También creía que lo del Plan Bolonia sería algo muy perjudicial para la universidad porque consideraba que todo lo referente a la universidad era un derroche de dinero.

Pero aquí esto, en mi 2º año de carrera y planteando mi futuro a esa figura del profesorado que tanto odiaba. Es cierto que en algunos aspectos no me equivoqué, por ejemplo, pierdes dinero en el sentido de que tienes que pagar por ir a clase pero te pasa con apenas salir de casa.

Además, tenía una concepción del profesorado no muy bien considerada. Si fuera tan solo 3 años atrás me diría “¿tan tonta eres que acabas siendo lo que tanto te disgusta?”. No sé si tonta o lista pero no creo que sea tan malo equivocarse. No puedes criticar algo que no conoces y quizá ese fue mi problema inicial.

Una pregunta que nos planteó el profesor fue que qué le diríamos a alguien nuevo lo que implica la universidad, es decir, que significa para nosotros la universidad. Lógicamente para cada uno de nosotros implicará una serie de connotaciones diferentes porque todos no tenemos los mismos motivos por los que estar aquí.

La universidad, según Alfonso X El Sabio, significa un ajuntamiento (ayuntamiento) entre maestros y discípulos, es decir, no hacía falta motivar a los alumnos porque ellos querían aprender. Personalmente, esto es esencial porque hacer algo porque tú quieres significa que no te ves obligado a ello, es decir, la motivación que sale de ti mismo es mucho más satisfactoria que si te obligaran a ello.

Para establecer esta unión entre maestro y discípulo se llevaban a cabo seminarios en los que debatían sobre un tema concreto, generalmente establecido previamente mediante una lectura. El método a seguir era el siguiente: se planteaba el tema a debatir que podía ser una afirmación o un texto (normalmente predominaban los textos), se debatían con pros y contras dicho fragmento leído previamente y por último se obtenían las conclusiones obtenidas tras el debate.

Creo que es algo que generalmente se está perdiendo, o al menos es la sensación que me da, hay pocos profesores que trabajen desde este punto de vista pero que indudablemente es mucho más beneficiosa que limitarse a explicar (clases magistrales), llevan mucho tiempo prepararlas y requiere que el profesor esté continuamente recogiendo información de sus alumnos. Este intercambio de información es altamente valioso para ambos, ninguno de los dos sabe lo que el otro puede argumentar o pueden llegarse a confundir, aunque el que tiene más papeletas para ello sea el discípulo.

Personalmente, uno de los problemas que he podido comprobar es el cambio entre el instituto o la manera de establecer una relación tanto profesor-alumno como centro-alumno y la universidad. No sé el motivo pero en el instituto tienen una concepción de la universidad un tanto negra, quiero decir, dan a entender a los alumnos, y así lo muestran, que la universidad es complicada y my diferente a lo que estamos acostumbrados.

En cierto modo llevan razón pero no en el sentido en que ellos creen, o que nosotros hemos considerado que se referían. El cambio es notable pero a bien, al menos en mi caso. Posiblemente el tránsito de una etapa evolutiva a otra, de la adolescencia a la adultez (no sé cómo se llama ese periodo pero comúnmente se le conoce como “madurar”), el hecho de tener más autonomía y responsabilidad de la que se tenía en la adolescencia haga ver el etapa universitaria desde otro punto de vista.

Volviendo al tema principal, es necesario contextualizar la Edad Media, periodo de surgimiento de las primeras universidades. Este periodo histórico, en nuestro país comienza en el siglo VIII y finaliza en el siglo XV con la invasión musulmana de la Península y la Reconquista de Granada, respectivamente.

El pensamiento que imperaba en la época era el teocentrismo, es decir, Dios era la referencia de la vida cotidiana. Durante este periodo, Alfonso X El Sabio estipuló el que es considerado primer sistema educativo de España en su libro “Las partidas” en el siglo XIII.

El sistema organizativo y económico más extendido entre el siglo X y el XIV fue el feudalismo en el que una propiedad era cultivada por siervos (pertenecientes al pueblo llano) donde parte de las ganancias se entregaba en forma de “censo” al amo (pertenecientes a la nobleza, generalmente era un pequeño noble) y leal al rey. Posteriormente, se estipuló un impuesto en el parte de esa ganancia correspondía a la Iglesia (al estamento clerical).

En la península convivieron el islamismo, el cristianismo y el judaísmo durante un periodo de tiempo, pero las batallas entre ellos no tardaron en surgir. Un ejemplo de ello son las cruzadas (batallas entre cristianos y musulmanes) para recuperar/reconquistar Tierra Santa y el Santo Sepulcro durante los siglos XI y XII.

En el siglo XIII, se crearon las órdenes mendicantes cuyos máximos representantes eran San Francisco de Asís y los Agustinos que se encargaban de impedir las herejías, es decir, como el cristianismo se había impuesto como religión oficial aquellos que no siguieran el dogma cristiano eran perseguidos. Poseían un sistema de enseñanza propio en el que se obtenía una buena formación intelectual para debatir con los herejes y conseguir que se convirtieran al cristianismo. Como consecuencia de estas órdenes, en el siglo XVI se creó la Inquisición que estuvo vigente hasta comienzos del siglo XIX.

Un hecho que tuvo lugar en los siglos XIII y XV fue el surgimiento de la burguesía que no eran señores feudales sino comerciantes. Tenían su propio sistema gremial en el que se enseñaba a un aprendiz un oficio determinado para ser dominero y conseguir ser maestro.

Llegados a este punto es más fácil comprender el surgimiento de la universidad en el que se congregaba el saber universal. El antecedente de dichas universidades  eran las escuelas catedralicias que se situaban anexadas y regentadas por obispos. La institución de la universidad tuvo como antesala lo que se conocía como Studium Generale , es decir, un título otorgado por el papa o el rey de dicho país.

Studium Generale eran lugares en los que se impartían saberes múltiples  mientras que en las universidades se recibían profesores de otras universidades para tener un abanico más amplio de saberes. La diferencia reside en la movilidad de los maestros ya que los primeros se limitaban a maestros locales o regionales.

La universidad de Bolonia fue la primera a nivel europeo y en ella se impartían clases de teología, matemáticas, astronomía, medicina, farmacia y leyes, gracias a este último recibió gran fama.

El sistema de discusión típico de las universidades medievales era mediante la escolástica ya que se conseguía argumentar correctamente, sin errores. El método empelado era de orden lógico-deductivo y formal basado en la argumentación silogística, propuesta por Aristóteles. Sin embargo, no fue él quien sugirió esta argumentación sino Santo Tomás de Aquino en su libro “Summa Theologiae”, una de sus tres Sumas, en el siglo XIII y en la que se observa el saber filosófico y teológico del momento.

En la escolástica se daba mucha importancia a la autoridad maestro, ya que era considerado como figura de referencia y sus argumentos no eran nunca refutados. Esto fue así hasta el siglo XVI ya que a partir de entonces era necesario demostrarlo sin tener como argumento de autoridad al maestro. Las redacciones literarias que se llevaban a cabo mediante exposiciones por los maestros de temática filosófico y teológico llevan el nombre de quodlibet.


No podía dejar escapar la oportunidad de hablar de la Universidad de Alcalá, no solo porque esté estudiando en ella sino porque toda mi infancia la pasé en Alcalá de Henares. Pese a que en el colegio siempre tuve presente que la universidad de la ciudad era muy importante y tenía muchos años no era consciente de ello o mejor dicho no sabía por qué lo era. Simplemente el hecho de ir a Alcalá y ver las calles, los parques y demás sitios me ayudan a sentirme como en casa. Por imágenes como ésta merece la pena entrar. 


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