19 de mayo de 2015

Salida: 15 de mayo



Lejos queda el 7 de abril cuando empecé las prácticas en un colegio del que no sabía ni el nombre. La primera vez que fui pensaba que se llamaba de otra forma. Aunque hoy es la última vez que estuve, fue como volver allí por primera vez pero con la diferencia de que sabían mi nombre.

Llegué en el recreo para que me firmaran el diario de aprendizaje y para ver a mis niños. Hasta que llegué a la puerta del edificio no paraba de escuchar mi nombre pero no sabía quién me lo decía. 

Estuve hablando con la tutora de prácticas mientras las niñas jugaban alrededor y viendo como poco a poco iban apareciendo niños para preguntarme por las demás compañeras de universidad. Nunca nos habían visto separadas.

Igual que hoy estaba muy tranquila el viernes estaba muy nerviosa. Hasta antes del recreo estaba relativamente tranquila, pero el recreo fue muy extraño. Estuvimos en la sala de profesores porque les llevamos bizcochos y estuvimos en el patio, no como el resto de los días, sino siendo conscientes de que era el último y todo lo que acarreaba eso. 

Lo peor de las prácticas ha sido que no las hemos podido disfrutar por los exámenes. No tienes tiempo de disfrutar si tienes la presión de que a los 4 días de terminar las prácticas tienes los exámenes y mucho menos si tienes que realizar trabajos en grupo todavía sin acabar. 

Para mí, las prácticas es el momento en el que verdaderamente ves si vales para ser profesor o no, para saber si verdaderamente te gusta o no y para replantearte qué tipo de profesor quieres ser. Observas muchas maneras de actuar de llevar a cabo en clase, de poder hacer frente a conflictos y a dar clase que es mucho más complicado de lo que parece en un principio. 

No me refiero solo a los contenidos conceptuales, ni a enseñar un tema, sino a dirigir una clase, hacer que todos comprendan lo que les explicas, que no se pierdan mientras explicas, que sean capaces de ser autónomos y que lleguen a conclusiones por ellos mismos. Personalmente, considero que es lo más difícil de la docencia la capacidad de adaptación que tiene que tener un profesor en función de sus alumnos. 

A lo que iba, el viernes después del recreo la profesora me enseñó los dibujos que me habían hecho y me emocioné pero me fui al baño. También les llevé chuches a mis niños de 3º y no había quien me parara. 

Sin duda la peor clase fue la última, sobre todo los últimos 10 minutos con la despedida (de los alumnos), los abrazos, los regalos y las chuches. No podía ni hablar y al final ni me despedía verbalmente, pero les puse en la pizarra "No os canséis nunca de aprender" a lo que una niña me contestó "Eso es un aburrimiento". 

Aunque según el calendario de las prácticas, mi último día en el cole era el viernes, sé que va a ser el primer último día de muchos. 


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