20 de mayo de 2015

Lo inefable

Hay sensaciones, sentimientos, emociones, situaciones y experiencias que no pueden expresarse cualitativa ni cuantitativamente. Intentas buscar las palabras que te ayuden a interpretar lo que sientes, pero te das cuenta de que por muchas palabras que utilices, por más que pienses, las palabras se quedan cortas para expresar lo que sientes.

En la asignatura de Literatura, hice una exposición con compañero de clase sobre cómo Bécquer conseguía que los lectores de sus obras sintieran el miedo que estaba presente en los protagonistas de sus historias por medio de lo inefable, sin necesidad de expresarlo con palabras de manera que para cada lector los sucesos que no estaban escritos eran distintos pero a la vez todos eran capaces de sentir ese sentimiento.

Me pareció fascinante esa capacidad de generalizar los sentimientos que el propio protagonista siente. Y muy complicado porque para cada uno de nosotros la definición que damos a ciertos conceptos que usamos usualmente son diferentes. Hablamos de amor, de anhelo, de tristeza, de añoranza como si todos tuviésemos un mismo concepto y supiéramos de lo que estamos hablando.

Si algo he aprendido en estos años en la universidad es a matizar, a ser más consciente de la gran variedad de matices y detalles que tienen los conceptos. Seguramente por esa razón, el motivo por el que quise saber lo que consideraban los niños que eran los conceptos de justicia, castigo y mentira fue para saber la interpretación que le daba cada uno de ellos a los conceptos, el sentido que tenían para ellos y cómo lo interpretaban. Fue algo que se me ocurrió a última hora pero sin el cuál no podía haber inferido los resultados que obtuve ya que las demás cuestiones eran cerradas y me limitaba la comprensión e interpretación de los datos. 

El último día de prácticas una niña me preguntó qué porcentaje les quería a lo que le respondí que el amor no se puede medir por un porcentaje y me sorprendió el hecho de que ellos si lo cuantificaban y además lo razonaban y defendían como una medida.

Últimamente tengo la sensación de que mi capacidad reflexiva, que mis aportaciones al blog son cada vez más escuetas y más centradas en aquello que quiero escribir, como si tuviera que responder a una pregunta obligatoriamente. Siento que estoy limitándome a escribir lo que se supone que tengo que escribir y sobre lo que se supone que tengo que reflexionar. 

¿Qué me impide escribir sobre aquello que escribía antes? ¿Por qué mi manera de escribir y de autolimitarme a escribir ha cambiado desde hace unos meses? ¿Acaso no soy responsable de este blog? Si no soy yo quien escribe, ¿quién es?





4 comentarios:

  1. Hola

    Me encanta el título y más aún tus preguntas finales. No quería decir nada más de momento. Pero no quería leerlo sin más.

    Un saludo

    Alejandro

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  2. Hola

    Un buen ejemplo de lo inefable. Gracias por comentar.

    ;)

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  3. Hola Silvia,

    me parece que tus últimos posts pueden ser una manera de atender a algunas de las preguntas que aquí te planteabas. También que son evidencia de un cambio a la hora de escribir: sobre qué escribes, desde dónde escribes, quizá también, y con ello, de quién escribe. Y al decidir escribir... de cómo te relacionas con aquello sobre lo que escribes.

    Es un placer leerte. Gracias por tu generosidad.

    Gloria.

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    1. Hola Gloria,

      Estos últimos 8-10 meses han sido de mucho estrés a nivel académico y sobre todo a nivel personal.

      Curiosamente hace un mes me pasó lo que no quería que ocurriera pero que terminó pasando y lo que no me esperaba que me pasará y que pasó.

      Una de las últimas palabras que me dijo mi abuelo fueron que consiguiera mucho dinero. Entiendo que lo dijera por todo lo que vivió, pero tanto cuando estaba vivo como cuando murió me di cuenta que hay algo que está muy por encima del dinero y de las propiedades que tengas y es todo aquello que dejas como los recuerdos, las anécdotas y los valores que transmite. Eso es lo que tiene más valor.

      Por eso creo que he disfrutado tanto de las prácticas de este año. No quise faltar a las prácticas porque aunque me costara asimilar lo que había pasado, tenía que seguir adelante y pensaba que cuanto antes volviese a la normalidad, mejor.

      Hace ya dos semanas que terminé las prácticas pero no había tenido tiempo para procesar todo lo que había cambiado mi situación familiar y cómo eso me hacía cambiar a mi.

      Me había limitado a escribir precisamente para evitar expresar cómo me sentí en estos meses atrás, pero como le decía a Alejandro en otro post el hecho de contarlo te libera, te hace sentir un poco mejor y te ayuda, al menos a mi, a tranquilizante.

      El sentido que tenía el blog hace unos años, desde que empecé a escribir en septiembre del 2012 hasta julio del 2014 es muy distinto que en los últimos meses ya sea por mi grado de implicación, de participación, de querer escribir y no sentirme obligada a ello.

      Quise desvincularme del blog pero quise seguir escribiendo porque siempre lo he considerado una formación trasversal pero sentía que ya no escribía para mi, ya no escribía porque quería sino porque estaba acostumbrada a ello.

      No sabía cómo volver a sentir mío este espacio y me costó mucho elegir ese tema pero no puedo pasar por alto lo que pasó, ni cómo me sentí, sobre todo teniendo en cuenta que ya no soy la misma y que tras 9 años estoy volviendo a ser la que era antes.

      Gracias por comentar.

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