13 de enero de 2015

Docente como Padawan

En época de exámenes, al menos desde que estoy en la universidad, son los periodos en los que más reflexiono sobre los temas que hemos dado durante los meses anteriores en las asignaturas pero, curiosamente, cuando menos tiempo tengo para reflexionar explícitamente, es decir, de manera más pausada y siendo consciente de todo el proceso reflexivo que estoy llevando a cabo.

Una ventaja de los exámenes de la universidad respecto al instituto, y sobre todo al Bachillerato, es que no están todos dispuestos de manera aleatoria, sino que parece que tiene cierta coherencia. Por ejemplo, no tienes tres exámenes un día, ni tienes la obligación de ir a clase hasta que tengas el examen, aunque eso depende del nivel educativo, y de otros factores.

Gracias a esa ventaja, las tres veces que he tenido exámenes en enero, me he propuesto tener un día libre, un día de “descanso” tanto para no agobiarme con tanto examen como para olvidarme de la universidad, al menos desvincularme unas horas.

Por desgracia, este año solo voy a tener un día de descanso y en este momento me quedan 75 minutos para que acabe el día. Descanso, lo que se dice descanso, no he tenido, no por falta de ganas, sino por falta de sueño, de quehaceres sin hacer, de nervios acumulados, de necesidad de vacaciones inexistentes este año, ya que acabo el 23 y empiezo el 26. Aun así me cundió el día.

Posiblemente, lo más provechoso de hoy fue leer “Los “trucos” del formador”, para el cuál no estoy siguiendo ningún orden, sino que lo voy leyendo en función de lo que desee leer en cada momento. Es novedoso porque no he podido hacer nunca eso con ningún otro libro, al menos sin que dejase de tener coherencia lo que estaba leyendo. Puedo leerme el capítulo 3 sin pasar por los dos anteriores.

Me llamó la atención un apartado del capítulo 1, El lado oscuro del formador, no solo por el nombre sino por el trasfondo de la premisa. En el apartado se explica que igual que los formadores saben que tienen habilidades, capacidades y competencias buenas también tienen malas.

A nivel personal, considero que no hay que diferenciar entre buenas y malas, porque las buenas no son tan buenas ni las malas son tan malas. Es decir, ni las clases magistrales son malísimas ni las clases que fomentan una participación activa por parte del alumnado son buenísimas.

No hay un patrón específico, concreto, inmutable y tangible que estipule cómo debe ser la identidad docente o el nivel evolutivo o madurativo, incluso ser experto en una materia. ¿Se puede ser experto en algo? , estoy de acuerdo en que puedes saber, o llegar a saber, mucho sobre un tema, pero saber TODO sobre un tema es muy complicado y, al menos para mí, considero que no es tan importante el hecho de saber TODO sobre un tema como tener capacidades, habilidades y competencias que un profesor debe tener, al menos en el ámbito educativo.

Una matización. No es lo mismo que no considere tan relevante saber mucho sobre un tema concreto como las herramientas que posibilitan a un docente para ser docente, algo que para mí es igual de importante, a que no tener cierto nivel conceptual sobre un tema concreto posibilite a alguien a ser profesor de esa materia. Por ejemplo, si a alguien se le da mal matemáticas y va a impartir esa clase, no me parecería normal que las impartiera, como tampoco a alguien que supiera mucho pero no supiera nada de pedagogía.

Y es algo que si los mismos docentes lo notan, los alumnos lo notan más. En mi experiencia, la inmensa mayoría de los profesores de la ESO y de Bachillerato no estudiaron la carrera de pedagogía o magisterio, algo que no alcanzo a entender. Eso sí, no me meto en si hicieron algún cursillo o un máster de docencia, que por otro lado sería lo suyo, para tener unos mínimos conocimientos pedagógicos y psicopedagógicos. Hubo una excepción, una profesora de Filosofía /Ética y moral/ Historia de la filosofía/ Psicología, que difería mucho del resto de profesores, no solo en su manera de dar clase, sino a la hora de relacionarse con los alumnos.

Con esta profesora, la mayoría de las clases eran magistrales pero eso no implicaba que los alumnos no tomásemos la iniciativa en clase o que nos limitáramos a escuchar, redactar y tomar apuntes, sino que pretendía que reflexionáramos sobre lo que estábamos aprendiendo. Es algo relativamente fácil en la ESO pero muy muy complicado en Bachillerato.

A lo que iba, es que en el apartado El lado oscuro del formador, sale una imagen muy curiosa, sobre todo por la complejidad de su comprensión. Me recordó a una de las leyes de la Gestalt, que muy buenos recuerdos me trae de Psicología de 2º de Bachillerato, en concreto de la ley de la figura y fondo.



El caso es que, con el nombre del apartado recordé la película de Star Wars, en concreto el Episodio V, aunque también el IV. ¿Cómo puede ser Anakin y Darth Vader la misma persona? ¿En realidad son la misma persona? ¿El hecho de que lleven distinta ropa hace que sean distintos? Si son la misma persona, ¿por qué cuando Darth Vader muere, el fantasma Jedi es Anakin y no el propio Darth Vader?

En este sentido, y continuando  la reflexión entre si hay diferencias o no entre ambos personajes, esta mañana, repasando matemáticas con un compañero de clase, estaba haciendo un ejercicio en el cuál él se estaba limitando a seguir una serie de pasos para solucionar un problema, no entendía lo que hacía porque para mí había una forma mucho más fácil de hacerlo pero que él no llegaba a comprender, por lo que opté porque lo hiciera a su manera. El truco le funcionaba hasta que le puse un ejercicio que no había hecho. Yo sabía hacerlo e intentaba guiarle pero, mi Darth interior, no dije nada. ¿Me convierte eso en mala profesora? ¿El hecho de que sea consciente de ello hace que sea mala, además con saña? ¿o acaso el hecho de no ser consciente de ello me exime de toda culpa?


No creo que sea mala profesora, al menos no solo por eso, la escasa experiencia como docente, la escasa edad, escasa experiencia laboral, escasa formación. Aunque tampoco creo que los docente con gran experiencia laboral, docente, alta formación sean necesariamente buenos. Estos aspectos, junto con muchos otros, son los que afectan a la identidad docente y los incidentes críticos son para mí esenciales y condicionantes de lo anterior, de modo que la actitud que tengamos frente a ellos fomentará el desarrollo de unas habilidades, competencias y comportamientos en el ámbito de trabajo del docente. Independientemente de la etiqueta que le pongamos. 

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