1 de diciembre de 2013

Sensaciones nuevas

Después de una semana en el cole, estoy más tranquila respecto a lo que es la docencia en Primaria. Hacía 9 años que no entraba en una clase de Primaria y aunque no tengo recuerdo de mi último día de clase, creo que los sentimientos difieren en cuanto a cómo era y cómo soy actualmente. 

Lo cierto es que todavía me cuesta ver la docencia desde la perspectiva del docente, se supone que no debiera ser así porque estoy estudiando para estar en el otro lado, pero en las prácticas que se supone que que tengo ver cómo se dan clases, en ciertos momentos era como los niños, es decir, la profesora explicaba y todos estábamos pendiente de ella, yo incluida. 

No sé si leí o escuché una frase que dice que un profesor nunca deja de aprender y creo que es algo que me define, por ejemplo, tiendo mucho a preguntar cuando no entiendo algo o simplemente por curiosidad. No considero que sea algo malo el hecho de preguntar o esté causado por la falta de experiencia.

Al inicio de semana se juntaron varios factores: no conocía a nadie del colegio y estaba muy nerviosa por lo que iba a encontrar y ellos no me conocían a mí. Por suerte para mí, los niños no suelen ser tímidos el primer día, lo que me hizo ser más yo y poder soltarme antes con ellos que con la profesora, posiblemente porque pasaba más tiempo con ellos que con ella. 

No estaba muy segura de cómo iba a reaccionar el primer día así que decidí dejarme llevar y lo cierto es que está siendo una experiencia de los más gratificante. Noto ciertos aspectos con los que no estoy demasiado de acuerdo pero cada uno tiene su forma de enseñar.

Esta semana me propuso dar unas clases y lo cierto es que una ya la tenía pensada. Las clases son magistrales y puramente memorísticas, sobre todo la de Conocimiento del Medio. Con las pinceladas que sé sobre cómo dar clase, tengo pensada una dinámica de clase. En unos días entenderé lo que sienten los profesores cuando algo que se han preparado no salen como lo habían pensado. Quizá me estoy adelantando demasiado pero creo que será bueno para mí y me ayudará a ponerme las pilas y a saber cómo funciona este mundillo.

El viernes pasado nos fuimos de excursión y lo cierto es que estaba muy entusiasmada porque si no estaba acostumbrada a estar en un aula o en el recreo siendo "semiprofe" consideraba que es una excursión sería más catastrófico aún. Lo bueno de la excursión es que era con los dos mayores y aunque el viaje fue de 20 minutos parecía que habíamos ido de Barcelona a Madrid dos veces. Nunca me he mareado en el autobús pero es que cuando un grupo cantaba una canción, otro grupo cantaba otra y cuando no cantaban "a la vez" o saltaba un niño "profe, mira lo que me esta haciendo". No tenias tiempo de aburrirte, vaya. 

No todo fue malo porque en la exposición se portaron muy bien y en la pista de atletismo también. Son un buen grupo y muy variado. A diferencia del lunes, el viernes no me trataban como una profesora sino como algo entre medias, es algo raro de explicar, tanto para ellos como para mí. 

Aunque sea una experiencia corta, creo que eso que dicen de que las prácticas condicionan la balanza de quién no está muy convencido de la carrera es totalmente verdad. En la universidad te enseñan lo que vas a hacer, cómo lo tienes que hacer, cuántas maneras hay de enseñar, las diferentes perspectivas de los centros, las funciones que tiene cada miembro de la comunidad educativa, pero hay ciertas cosas que solo aprendes por experiencia propia o no te crees hasta que lo ves con tus propios ojos. 

Para mí, lo más fascinante es ver aprender a alguien o ver como intenta explicase. Por ejemplo, en el cursillo de verano uno de los días después de comer y después de hacer un ejercicio que nos habían mandado, estaba con una chica y como estaba desanimada le conté un chiste. Se rió mucho y se puso a contarlo a los demás. Se lo conté de una manera en la que el chiste tenia más gracia, porque así me lo habían contado. Me dio por reírme no por el chiste que al fin y al cabo tenía su gracia, sino por la forma en la que lo contaba. Como ya se sabía el chiste no paraba de reírse mientras lo contaba. 

Por ejemplo, este verano enseñé a mi primo a soplar para que se moviera un aspa. Primero soplé yo para que se diera cuenta de que se movía y luego le dejé a él soplar. Cuando aprendió no paraba de perseguirme con el utensilio para verle como soplaba. No duró demasiado y menos mal porque empezaba a ponerse de un color verdoso. La cara que ponen los niños cuando aprenden algo nuevo es alucinante, para ellos es como si hicieras magia o algo parecido y que ellos sean capaces de hacerlo les motiva a seguir aprendiendo. 

En el fondo considero que todos tenemos un niño dentro, independientemente de la edad que tengamos, algunos se nos nota más y a otros menos y es ese niño que tenemos dentro el que nos hace que tengamos ganas de aprender y enseñar lo que hemos aprendido.

¿OS APETECE UNA VUELTA POR LOS "VIEJOS TIEMPOS"?


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