14 de febrero de 2016

La grulla

Ya van 3 semanas las que llevo en el colegio y lo mejor de todo es que ya me he aprendido los nombres de todos, o al menos ya no me equivoco tanto. Aunque sigo viéndole lagunas a la metodología, me he dado cuenta de las diferencias y las similitudes entre los 3 colegios y de cómo yo estaba en cada uno de ellos, es decir, el rol que cumplía o no en cada situación y cómo me veían los niños, una parte esencial para modelar mi identidad docente. 

Las primeras semanas no suelo intervenir a nivel del grupo clase porque estoy más centrada en ver cómo funcionan, cómo son y qué características tienen cada uno de ellos. Lo que más me gusta es verlos cuando no está la profesora: cómo se relacionan y cómo resuelven los conflictos sin una figura de referencia. Para mí lo más importante no es el conflicto en sí, sino cómo cuentan ese conflicto a la profesora, qué dicen, qué no dicen, cómo lo dicen, cómo no lo dicen, cómo interpretan lo que ha pasado y para qué se lo dicen a la profesora, es decir, qué quieren conseguir con eso.

Esa es una gran carencia que se tiene en la resolución de conflictos: se demanda siempre a alguien que actúe como intermediario y no se les enseña competencias para que ellos mismos puedan resolver los conflictos. 

Independientemente de cómo esté planteada la educación, una metodología más individualista y competitiva o una metodología más cooperativa y colaborativa, siempre hay conflictos, es algo que se ha normalizado y no se sabe actuar correctamente de manera autónoma. Quiero decir, es innevitable que ocurran conflictos en el colegio, o en cualquier contexto que no sea el educativo, pero siempre se soluciona de la misma manera, o al menos se suele generalizar en la manera de actuar. 

No creo que un mediador ayude a resolver un conflicto, sobre todo teniendo en cuenta que ese mediador no sabe lo que ha ocurrido y su interpretación está influida por las versiones de los que han tenido el conflicto. Mediar no es posicionarse a favor de uno  en contra de  otro; en un conflicto o pierden los dos o ganan los dos. Resolver un conflicto en el que uno quede por encima del otro no es resolver un conflicto. 

No soy la más indicada para hablar de estos temas porque no suelo participar activamente en la resolución de conflictos (me limito a que piensen sobre lo que ha pasado y que lleguen a un acuerdo). No me interesa lo que haya pasado, solo me importa que sean capaces de resolver lo que ha pasado y que hablen de cómo se sienten. Para mí eso no es mediar, tampoco sé lo que es. 

Ya he terminado las clases presenciales de la carrera y puedo decir que a nivel conceptual tengo una buena base, o al menos debería tenerla porque la mayoría de las asignaturas están centradas en contenidos conceptuales, pero a nivel procedimental y actitudinal no tengo una base. Lo que sé sobre este tipo de contenidos lo he aprendido o en las prácticas o en las clases particulares. Por ejemplo, soy capaz de ver que un niño tiene un nivel bajo de expresión escrita y comprensión lectora, pero no sé qué recursos utilizar para suplir ese desajuste. 

Tampoco sé cómo hacer para que a un niño le guste lo que está aprendiendo, algo que para mí es básico. Sé cómo me gustaría que me lo explicaran a mí y cómo lo entiendo yo, pero no soy capaz de saber transmitir esa motivación que siento yo a los alumnos y que sientan lo mismo que siento yo. 

Enseñar no es transmitir conocimientos únicamente sino que la actitud que tenga el que está enseñando es muy importante tanto para el que enseña como para el que aprende. Soy consciente que transmito más en una clase de matemáticas que en una de tecnología por el hecho de que la primera me gusta y la segunda no. No sé cómo hacer para transmitir esa seguridad o ese gusto por lo que enseño independientemente de que me guste lo que transmito. 

Hay contenidos que me gustan más que otros y eso me condiciona a la hora de impartir las clases y transmitir lo que sé porque no solo cuenta el qué sé sino también cómo lo sé y por qué lo sé. Inglés sé porque lo necesito pero no porque me guste y eso me condiciona sobremanera a la hora de dar clases de inglés. Por eso intento hacerlo más dinámico y más entretenido porque si ya de primeras a mi no me gusta, no voy a lograr transmitir nada.

El viernes celebramos en el colegio San Valentín/Día de la Amistad e hicimos el amigo invisible en las clases donde estoy. Como no tuve tiempo hice dos grullas de papel (una naranja y otra verde). La verde era para un chico que cuando me quise dar cuenta la había deshecho (mucho no le gustó) y la naranja para una chica que le dije que era así para que no volviera a pasar lo mismo. 

Como metáfora del aprendizaje es un buen ejemplo porque no todos actuamos de la misma manera ante un mismo estímulo y nuestras acciones modifican el resultado de nuestro aprendizaje. 

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