9 de julio de 2015

Comienza la cuenta atrás



Hace unas semanas que se terminaron las clases y los exámenes de este curso, para mi sorpresa todo bien, al menos académicamente hablando. En realidad, no sé como denominar este curso porque no ha ido todo lo bien que me tendría que haber ido pero no me fue todo lo mal que pensaba que me iba a ir. 

El año pasado una profesora me propuso realizar una beca de investigación en 3º curso y me dijo que los dos últimos años de la carrera son los que más cuentan a la hora de hacer la media, o al menos creo recordar que era así. 

Fuera como fuera, este curso ha sido un fracaso desde mi punto de vista, un fracaso en el sentido de que no me siento orgullosa de mi progreso durante este curso, algo que no podía notar durante el curso, sino un tiempo después.

Tengo la sensación de que no he disfrutado de este curso, de hecho se me hace raro que haya pasado un año porque lo que deseaba hace unos meses ha pasado a un segundo plano y no he podido disfrutar y valorar este curso. 

La de horas que he estado en cafetería pudiendo estar en clase sin motivo aparente más que rebeldía o dedicarme tiempo a mí misma. En ese momento, y ahora, no consideraba que estaba perdiendo el tiempo, simplemente no veía sentido a esas clases y no me importaba estar sola, de hecho prefería que así fuera.

Me arrepiento de no haber hecho ciertas cosas, no haber dedicado tiempo suficiente a la investigación, a mejorar mi expediente, a ser más consciente de que independientemente de lo que piense de las notas en el mundo real no se tienen en cuenta aspectos cualitativos...

Pero entendía que aunque lo estuviera pasando emocionalmente mal durante estos meses, tenía que continuar con mi vida. Esas emociones durarían un tiempo, no tendrían el mismo grado de intensidad siempre y tenía que aprender a gestionarlas y controlarlas aunque no me sintiera cómoda con ellas.

Sabía que iba a llegar un momento en el que no podría continuar ocultando esas emociones y terminaría exteriorizándolas, y así ocurrió, aunque para mí no fue el mejor momento. En realidad, ese momento no fue ni bueno ni malo, aunque lo etiquete como "malo", sino que simplemente ocurrió. También sé, o al menos estoy empezando a ser consciente de ello, que esas emociones están comenzando a cambiar y a cobrar otro sentido para mí.

Cuando me recuerdo a mí sintiendo esas emociones, soy capaz de objetivar (no sé hasta qué punto) esas emociones subjetivas. Este aspecto es el más importante, o al menos uno de los más relevantes y complejas del curso de verano. A nivel personal, considero que es muy complicado objetivar mis propias emociones y que es mucho más fácil objetivar las emociones de otra persona. No es lo mismo sentir la emoción que recordar cómo te sentías con la emoción, pierdes información importante que le afecta. 

No me siento igual al recordar una emoción que cuando la estaba sintiendo, el estado de ánimo no es igual. Cuando se habla de "una emoción", ésta no se encuentra aislada sino que se sienten varias emociones a la vez y una se prioriza sobre "las demás". 

Cuando estás "acostumbrado/a" a estar en un estado de ánimo continuado en el tiempo, no eres capaz de diferenciar los grados de intensidad de una emoción. El hecho de que no seas capaz de notarlos no quiere decir que la emoción no cambie, seguramente cambie pero no seas capaz de notarlo. En cambio, cuando el estado de ánimo cambia, puedes notar los distintos grados de la emoción, o al menos es más fácil de notar los cambios. 

Es como tener un "mal día": puedes pensar que tienes un "mal día" y aunque te pasen cosas "buenas" no le das importancia pero sí se lo das a lo "malo". O al revés, puedes tener un "buen día" y priorizas lo "bueno" sobre lo "malo". Etiquetarlo como "bueno" o "malo" no lo convierte en "bueno" o "malo".


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