Ése
es el título de un documental que cuenta tres historias distintas, de tres
profesores que pretenden desarrollar habilidades en los estudiantes a los que
dan clase. Los estudiantes son de edades distintas y, por ello, no se les exige
las mismas conclusiones. Toman como punto de referencia el concepto de
impulso.
La
primera clase se observa a una clase de niños pequeños a los que se les cuenta
una historia, que ya conté en una de mis entradas anteriores.
La
segunda clase va dirigida a estudiantes más mayores y por lo tanto se espera
que lleguen a conclusiones más abstractas. Como es el caso de acomplejar el
ejercicio e intentar que deduzcan por ellos mismos sus propias conclusiones y
no esperar a que el profesor lo diga.
La
última clase está destinada a estudiantes de un nivel superior, pero, en este
caso, el profesor ya les había explicado en la clase anterior un experimento
parecido. Por eso mismo, cuando el profesor presentó la misma situación, los
estudiantes eran capaces de anticiparse a lo que iba a pasar, realizando
hipótesis. Que las clases sigan un orden no quiere decir que tengan relación
unas con otras, es decir, la clase de hoy no tiene por qué tener relación con
la de mañana o la de pasado, puede ser que hasta dentro de varias semanas o varias
sesiones no las conectes. También cobra mayor interés la experiencia que cada
uno tenga.
Me
parece curioso el hecho de que se tome como punto de partida el conocimiento de
loa alumnos. Muchas veces se partes de conceptos que se sobreentienden que los
estudiantes lo saben al estar en cierto nivel. Pero como no todos somos
iguales, no todos sabemos lo mismo de temas concretos pese a ser de la misma
edad o pertenecer al mismo curso académico. Por ejemplo, que dos estudiantes
estén en física no quiere decir que tengan claros todos los conceptos que se
supone que tendrían que tener claros para estar en ese curso.
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