En la sesión de ayer de PDD, hablamos sobre la
relación del niño con el medio dependiendo de la edad que tenga. Aunque
un recién nacido no vea correctamente es capaz de reconocer a la
madre por el olor, el tacto y el sonido, estableciendo así un vínculo. No solo
puede establecer el vínculo con la madre sino con el padre u otra persona a lo
largo de su vida que le dé seguridad pero no le cambie
sus hábitos. La presencia de figuras de apego en el desarrollo del
niño garantiza su estabilidad emocional durante su crecimiento.
Lo que me ha llamado la atención ha sido que
existe una relación genética de cómo se comportaban los padres
de pequeños y cuál es la probabilidad de que el bebé sea más o menos
dependiente de los padres, es decir, tenga más o menos seguridad en sí mismo.
Me pensaba que no era tan influyente el hecho de que sus padres fueran de
pequeños de una determinada manera. Consideraba que influía en
la situación en la que se encontrara el bebé y de las experiencias
que tuviera, aunque esto también influye.
Pero no hay que
confundir una atención física y afectiva apropiada, que de este
modo se potencia la independencia del niño, con un sobre-protección del
mismo. Es decir, evitar que el niño tenga contacto con otros niños no le ayuda
a relacionarse con el medio que le rodea y evitar actitudes muy tolerantes
como concederle todos los caprichos.
Si se superó con éxito el periodo crítico de este apego, el lazo padres-hijos irá más allá de la adolescencia y puede prolongarse toda la vida.
Hola Silvia.
ResponderEliminarUna aclaración.
Un problema con el pensamiento occidental, si no problema sí al menos limitación, es enfatizar ante todo una perspectiva individual a la hora de entender procesos psicológicos. Así es fácil centrarnos en los individuos, pensar que el apego es algo que depende de los inviduos, así como su personalidad, motivación, creatividad, inteligencia, etc... etc... ese tipo de fenómenos.
Lo que pasa es que al enfatizar el elemento individual dejamos a un lado lo más importante (en mi opinión y muchos otros) que es la relación entre los individuos. El tipo de relación que se establece entre los individuos, genera un nivel diferente, más allá de lo individual, de hecho es algo que no es explicable desde parámetros individuales.
Un niño desarrollará un estilo de apego, como hemos visto, alrededor del 7º mes de vida, estabilizándolo sobre el primer año. Y además, dicho apego se materializará en el vínculo especial que mantendrá con ciertas figuras de apego (sus cuidadores principales, la madre, el padre, y posteriormente hermanos, mascotas, abuelos, primos, amigos, etc...).
Ese estilo de apego es fruto de la relación que establezca con dichos cuidadores, que al fin y al cabo también tienen un estilo de apego.
Lo complejo aquí, son las palabras que usamos, como esto de apego, que en sí no existe, no deja de ser una abstracción que usamos los psicólogos para hablar de muchas cosas que unimos con esa etiqueta: una manera de relacionarse, de estar disponible o no al otro, de expresar nuestras emociones, de cuidar, de atender y prestar atención, de poner límites, de apoyar, etc... etc... Una persona tendrá diferentes tipos de relación con todas aquellas personas con las que se relacione. Pero las primeras relaciones que tenemos empiezan a crear la base sobre la que construimos nuestras futuras relaciones. Cuando los psicoanalistas prestaban tanto atención al tema de la transferencia, se referían a esto, justamente (aunque probablemente exagerándolo un poco).
Sigo luego...
Bueno, te digo eso por lo que decías de la relación genética. No hay una relación genética como planteas, fue un pequeño malentendido. Los padres influirán a su hijo, según se relacionen con él, incluso influirán en él en función de cómo se relacionan entre ellos (los padres), el niño aprenderá por modelado social (o imitación como planteabas también en tu post anterior).
ResponderEliminarEsa será su línea experiencial acerca de lo que es esperable, de lo que es "normal", lo que constituye la norma. Y eso es fácil que se consolide en forma de hábitos, recuerdos, creencias, etc... lo que lo estabiliza aún más.
Por ejemplo, muchas personas que son dependientes emocionalmente se han criado en entornos que facilitaban este tipo de dependencias emocionales (por ejemplo alguno de los padres era dependiente emocionalmente, o mantenían entre ellos una relación de dependencia). Es eso lo que denominaba transmisión intergeneracional. Se ha visto en por ejemplo hijo/as de mujeres maltratadas que elegían una pareja maltratadora y viceversa, un hombre maltrador que había recibido maltrato por parte de sus padres, y que al ser padre volvía a maltratar, etc... etc...
Evidentemente y por suerte, hay muchas excepciones a estos patrones de transmisión intergeneracional, que plantea que estas relaciones tempranas influyen pero no determinan cómo nos relacionaremos en el futuro con nuestras parejas, nuestros hijos o por qué no, nuestros alumnos (en nuestro caso).
Las relaciones de intimidad constituyen una oportunidad para revisar este tipo de cuestiones afectivas (bien sean de amistad o de pareja). Pero lo harán, revisar y proporcionar alternativas, sólo si generan nuevos modelos, nuevas maneras, más allá de las conocidas. Si no, el mismo modelo sigue repitiéndose. Entonces desde fuera podíamos decir que esa persona tiene un gen, un instinto, una personalidad X, un síndrome ( o como lo queramos denominar) cuando de hecho no deja de estar influido por el contexto relacional y los hábitos generados en él).
Bueno, disculpa la extensión, pero espero que quede más claro ahora. Os pasaré algunos textos para que podáis contrastar todo esto con otros autores.
Un saludo
Alejandro
También puede ser que lo entendiera mal. Pero ahora me quedó mas claro.
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