Echaba
de menos escribir por placer y es que si el año pasado tenía poco tiempo libre,
sobre todo en el segundo cuatrimestre, este año tengo menos aún. No es algo que
me importe en exceso porque dedico el tiempo que tengo de dedicar a las
asignaturas de manera más o menos equitativa, pero apenas tengo tiempo de escribir
en el blog.
Suelo
dedicar entre una hora o dos en redactar un post, es algo que en un principio
no me cuestionaba, de hecho escribía sobre lo que quería escribir, pero no me
paraba a reflexionar sobre lo que estaba escribiendo, algo que me es imposible
hacer ahora.
Tengo
unos cuantos post pendientes, entre ellos el del proyecto de investigación,
pero precisamente porque tardo tiempo en preparármelos y reflexionar sobre
ellos, el hecho de tener tan poco tiempo hace que no escriba, pero eso no
quiere decir que no tenga ganas de hacerlo.
La
clase del lunes de la semana pasada, en concreto la de Literatura, estuvo muy
entretenida, no solo por la obra que teníamos que analizar, “La Celestina”,
sino también por el comentario que hizo el profesor acerca de la obra. En un
momento determinado del debate, se dijo que en la obra uno de los personajes
iba a lo que iba (aspecto sexual) a lo que el profesor dijo “Pues como todos”.
Menos mal que luego puntualizó diciendo “los de la obra”.
Fue
gracioso porque de primeras ninguno nos esperábamos esa contestación viniendo
del profesor y de segundas porque todos lo vinculamos con otro contexto más
amplio que el propio de la obra.
No
sé muy bien el motivo, pero esto me recordó a un ejercicio de vinculación de
PDD donde el profesor nos dio una bolsa de la cuál teníamos que coger un bolígrafo,
que nosotros mismos elegimos, luego nos lo quitó y finalmente pudimos quedarnos
con uno.
Es
cierto que me costó más entender o completar el sentido de permanencia, es
decir, cuando nos quitó el bolígrafo para mí no fue importante perder el bolígrafo
porque apenas llevábamos 10 minutos, si llega, con él. En cambio, uno de Los Creativos
hizo un comentario un tanto violento del tipo “como me lo quite, se lo clavo”.
No deja de ser una broma pero me dio que pensar porque para mí era un simple bolígrafo,
no tenía mayor sentido, quiero decir, antes no tenía ese bolígrafo y era feliz,
mi vida seguía teniendo sentido sin el bolígrafo. Es cierto que al cabo de los
meses, cuando casi lo pierdo sí que lo reconocía como mío, es decir, ya era
posesión mía, pero recuerdo que las primeras semanas era “el boli de psicología”.
Hace
un rato he leído un artículo que decía que un profesor no puede ser amigo de un
alumno, es más que es ético que jueguen un partido de fútbol, por ejemplo. No
entiendo el motivo por el simple hecho de que casi toda la gente a la que he dado
clase y estoy dando son amigos, pero eso no afecta, o al menos yo no creo que
afecte, a la relación entre profesores y alumnos. Los roles entre amigos y
entre profesor-alumno son distintos pero eso no implica que dos amigos no
puedan aprender uno del otro o que profesor y alumno no puedan ser amigos.
De
hecho, considero que uno de los contextos donde más se aprende es con los
amigos por medio del juego. Uno de los recursos que más utilizo para explicar
matemáticas es por medio de los juegos. Personalmente creo que es un problema
de mentalidad pensar que un alumno y un profesor no pueden ser amigos, ¿uno es
superior a otro y por eso no pueden serlo? Otra cosa es el nivel de amistad que
se establezca pero está claro que no son desconocidos en el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Si
uno de los dos se sintiera superior, el otro estaría en un escalón menos, por
lo tanto no se podrían considerar de la misma “clase”. Es como pensar que un
alumno no puede enseñar a un profesor ¿Quién dice que no? Está claro que hay un
proceso de enseñanza aprendizaje y tanto uno como otro están desarrollándose
tanto personal como profesionalmente.
¿Acaso
el hecho de que sean amigos influye negativamente en el proceso de
enseñanza-aprendizaje? Quizá sea porque no veo viable una clase en la que los
profesores se limiten a explicar y los niños a repetir como loros, pero sí que
creo que tiene que existir cierta relación entre los profesores y los alumnos
para que favorecer el proceso.
Lo
que hago, o al menos lo que intento cuando doy clases de matemáticas es que me
lo expliquen ellos lo que entienden y lo que saben acerca de los problemas y a
partir de ahí, no explicárselo directamente sino tratar de que sean ellos mismos
quiénes lleguen a las conclusiones. Me parece mucho más productivo que
explicarles directamente el ejercicio. Si no entienden algo es porque hay algo
que falla en su razonamiento y saber cómo razonan es esencial para saber dónde
fallan. Si se lo explico directamente puedo asegurar que lo van a entender, o
no, pero seguramente mi razonamiento diste mucho del suyo, de modo que es
preferible, o al menos prefiero, que sean ellos quienes me lo expliquen a mí
cómo lo harían.
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