Cuando me plantearon la posibilidad, remota y lejana para mí
en ese momento, de participar en un proyecto de investigación, no como una
encuestada o entrevistada, lo primero que me dijo mi padre fue: “Pero, ¿en
educación se investiga?”. La respuesta me parecía tan obvia que ni le contesté
y me reí.
El primer año de carrera fue algo complicado: comenzaba a
vivir “sola” en casa y todo lo que ello conlleva, empezaba de 0 en un sitio que
solo conocía la biblioteca y el bar (por casualidad fue el sitio en el que me
preparé la selectividad), no conocía a nadie y lo más importante en ese
momento, y lo sigue siendo ahora, platearme si había elegido la carrera
correcta o no.
Es una cuestión que aún me ronda por cabeza pero quizá con
menos influencia en mi toma de decisiones, en mi punto de partida, en mi forma
de ser e incluso en el tipo de profesora que quiero llegar a ser.
Lo que considere ahora variará, y mucho, o no de lo que
considere en un futuro, ya sea cercano o lejano. Está claro que no voy a ser la
misma persona dentro de 10 años, o al menos no me gustaría serlo. No porque no
me guste como soy ahora sino porque cambiar es un proceso inevitable, pero que
en muchas ocasiones decidirnos por uno u otro es complicado, incluso cuando ya
nos hemos decidido por uno, cambiar otra vez es complicado.
Es cierto que la decisión de comenzar magisterio no fue nada
difícil, sino que me dejé llevar por lo que la gente me decía que se me podía o no dar bien, sin cuestionarme
siquiera si era lo que de verdad quería o si me veía en un futuro siendo
profesora, que no era el caso ni lo es ahora.
Pero la decisión de elegir una universidad u otra sí que fue mía y es
una de las decisiones que no me arrepiento de haberla elegido. No les dije a
mis padres que quería estudiar en la UAH hasta que fue el último día para
matricularme y, para mi sorpresa, dieron su aprobación.
Los primeros 4 meses de carrera los recuerdo como si
hubieran durado un solo día, principalmente porque creo que realizar un
acercamiento a la docencia desde ese punto de partida te hace que tengas ganas
de ir a la escuela, te hace sentir como cuando eras pequeño y estabas deseando
que llegar tu clase favorita y se te pasaban las horas muertas. Es una
sensación muy rara. Además, un aspecto muy importante en mi vida desde entonces
fue conocer a la gente que se ha convertido en más que compañeros de clase,
somos “Los Creativos”, y es algo que no cambiará, estemos donde estemos.
Pese a esos meses iniciales, una parte de mí quería
cambiarse de carrera, no solo porque al estar en contacto otra vez con una
parte de la psicología, aunque para mí era desconocida (PDD como parte de la
psicología evolutiva) me hizo recordar lo que me gustaban las clases de
psicología con Maite en Bachillerato, sino porque el hecho de no verme como
profesora dando clase, me hacía plantearme si de verdad este era el sitio donde
tenía que estar.
Aunque esa lucha interna continúa, llegué a un consenso
conmigo misma, si conseguía tener la carrera de magisterio, haría la de
psicología. Paralelamente, una de las profesoras de PDE, curiosamente había
estudiado la misma carrera que estaba estudiando yo y en cambio era profesora
de universidad, a efectos prácticos. Por lo que le pregunté lo que había hecho
para llegar a donde estaba, que es lo que pretendía en ese momento, o al menos
era un punto de conexión entre magisterio y psicología. Pero sinceramente no me
hacía mucha gracia ser profesora de universidad, principalmente por
desconocimiento del tema.
Segundo de carrera ya fue otro cantar muy distinto porque ni
yo ni la carrera éramos lo mismo que el curso anterior. Quizá estaba más
encaminada hacia la docencia universitaria y comencé a percibir que aquellas
premisas que consideraba fundamentadas y justificadas comenzaban a tambalearse,
a lo que también ayudó acudir a las reuniones del departamento. Las prácticas
también hicieron meya en mí y las asignaturas que nada tenían que ver con lo
que yo pretendía, carecían de sentido y me centré en aquellas con carácter
pedagógico, que para mi tortura fueron pocas.
Dentro de todo este mar de nubes oscuras y tenebrosas, una
de las personas que menos me esperaba me sorprendió. Después de la aventura del
Portafolio de FPAD (lo mandé como 7 veces, y no es una exageración y solo llegó
una), me respondió la profesora de la signatura felicitándome por el trabajo
que había realizado, que no se lo dijera a nadie (obviamente “Los Creativos” lo
supieron al instante) y que quería hablar conmigo el día de la reclamación de
notas). Ya me sonaba raro de primeras recibir las felicitaciones de una
profesora como para que me dijera que quería hablar conmigo. A todo esto se
suma que 2 minutos antes habían publicado las notas de inglés y saqué un 5
(pelao´ y mondao´ como se suele decir, pero suficiente para aprobar) así que mi
nivel de euforia en ese momento era máximo.
Entramos uno de “Los Creativos” y yo a hablar con ella,
primero habló con él y le dijo que saliera. Si estaba nerviosa hasta ese
momento, cuando nos quedamos solas estaba temblando, no sabía dónde mirar.
Nunca se me olvidará esa conversación, solo quiero decir que fue el momento
donde me he sentido más valorada como estudiante, sin pretender serlo. Y donde
me dijo que si me gustaría participar en algún proyecto de investigación, tanto
con ella como con otro profesor con el que había hablado.
Nunca me he considerado una buena estudiante, no solo por
los resultados académicos, sino porque considero que un buen estudiante posee
muchas características de las que yo carezco, o considero que es así.
Lo único que sabía en ese momento, y siempre, es que las
oportunidades hay que aprovecharlas y que es mejor que se arrepienta la otra
persona a arrepentirte tú de no haberlo hecho, o al menos intentado.
Para resumir un poco los últimos meses, comencé a
transcribir unos datos cuantitativos de
una investigación, tuve que deliberar entre dos profesores para elegir el
proyecto de investigación a incluir en mi solicitud de beca de iniciación a la
investigación (aspecto que no fue nada fácil teniendo en cuenta los trabajos
paralelos que hice con los dos) y ayer por la mañana entregué la solicitud.
El tema ya lo iré comentando por aquí en próximos post
conforme vaya obteniendo información sobre él.
No tengo ni la más remota idea de cómo funciona la
investigación, lo que sí sé es que tengo ganas de empezar porque es lo más
parecido que puedo hacer ahora vinculado a la docencia universitaria.
Hola Silvia,
ResponderEliminar¿sabes? yo también empecé en la investigación un poco... de casualidad, o más bien diría que sin buscarlo. Leerte me ha llevado a recordar los comienzos, que llegaron con una colaboración puntual durante mis años de magisterio y que luego resurgieron en mi primer año de Psicopedagogía. Lo que yo pensaba de la investigación (al principio no tenía apenas idea) y lo que pienso ahora (que creo que es cuando estoy empezando a hacerme más consciente, gracias a que me estoy haciendo más preguntas y tengo más dudas, paradójico o no, que en años pasados) es muy distinto, quizá porque ahora tengo más experiencia, pero también la suerte de tener alguna distinción más, para poder revisarlo.
Te deseo lo mejor en tus comienzos. Será un placer colaborar contigo ;)
Gloria.
Hola Gloria,
ResponderEliminarAl ponerme a escribir el post, tenía planteado hacerlo sobre un tema que distaba mucho de lo que finalmente redacté, seguramente porque en ese momento consideraba más importante, y sigo considerándolo, el hecho de que me lo hayan dicho a mí en lugar a otras personas que, en mi opinión, están mejor preparadas que yo.
No sé cómo acabará todo esto, sobre todo porque no sé la actitud que voy a ir teniendo conforme pase el tiempo. Supongo que lo que interprete ahora va a ser distinto de lo que sienta en unos meses, cuando tenga más información, no solo del tema que considero que es importante, sino también de lo que es investigar en educación, las repercusiones que este trabajo paralelo a mi formación como docente va a tener en el concepto que tengo de educación, de investigación y de docencia en investigación.
Aunque todavía no haya dicho el tema del que trata el proyecto, algo que sigo teniendo pendiente, creo que me va a resultar notablemente valioso, o eso espero, para mi desarrollo como futura profesora, algo que pese a que me suene raro, es lo que voy a hacer en un futuro.
Gracias tanto por dejarme participar en la investigación de junio, tanto a ti como a Alejandro, como por comentar ya que me sirve de excusa para escribir con el escaso tiempo "libre" que tengo.
Un abrazo.