En la sesión del
jueves pasado de PDE, vimos un vídeo que trataba sobre la manera en la que los
docentes se relacionan con los padres para comunicarles, generalmente,
problemas escolares de sus hijos. No siempre se solicitan tutorías para paliar
problemas, simplemente para hacer un seguimiento de los estudiantes.
Se
planteaban en el vídeo dos modelos estereotipados de actuación, un modelo más
irascibles, es decir, donde tanto el docente como la madre del alumno, en este
caso, no se comprendían o no querían comprenderse porque tenían más problemas
de fondo. Interpreto que lo único que querían era desahogarse y quitarse
responsabilidades.
Por
otro lado, la segunda parte del vídeo propone un modelo basado en la
comprensión y la empatía, o de manera general, la inteligencia emocional. La
forma de hablar, el tono, los gestos, el ambiente, el clima y el contexto entre
otras muchas son las conductas observables que se perciben y que condicionan
una situación.
Sí
que es cierto que en ocasiones no somos conscientes de que hablamos bruscamente
y de manera muy seca y directa. Ser objetivo y no dejarse influir por los
hechos o sentimientos que tengas es un proceso altamente costoso, al menos a mí
me lo parece. Por ejemplo, tuve profesores, no hace mucho, que eran lineales,
es decir, su actitud y su comportamiento no variaban a lo largo del curso. En
cambio, tuve otros que eran inestables, quiero decir, se notaban que la
capacidad de dejar a un lado su "mochila" (aquellos hechos o sucesos
recientes que condicionen su comportamiento) no siempre era llevada a
cabo.
Soy
consciente de que es muy costoso ser objetivo, aunque también depende del día,
porque las veces que di clases particulares siempre hacía referencia a mi
propia experiencia y daba mis opiniones sobre ciertos temas. Aunque es cierto
que tenía cierta confianza con las personas a las que explicaba ciertos temas.
Quizá
sea el punto más importante para mí junto con la paciencia para ser
docente.
Uno
de los temas que salieron fue el papel que cumple o interpreta un docente en
cada una de sus clases. Es como una fachada o una imagen que pretender mostrar
pero que no tiene por qué ser fiel a la realidad. Por ejemplo, un docente puede
parecer muy serio pero luego ser muy extrovertido y divertido. O que por su
apariencia física etiquetemos sin ton ni son.
El
contexto o la diferencia entre la educación de los hermanos condiciona el
comportamiento de cada uno. Puntualizando, cuando estaba en el colegio, mi
hermano estaba en 8º (lo que ahora es 2º de la ESO) y lo cierto es que no nos
parecíamos en nada. Él era un trasto en la escuela pero en casa se portaba bien
y yo justo al revés. Recuerdo una ocasión en la que su tutora vino a cuidar mi
clase y como no se me oía en clase, se acercó a mí y me dijo "Que
diferencia con tu hermano".
No
sé hasta qué punto se educa distinto a un hijo que a otro, pero al menos en mi caso,
creo que la educación fue la misma, aunque cada uno de nosotros pensábamos que
había favoritismos.
Volviendo
al tema principal, es importante diferenciar, y tener capacidad para
ello, el contexto y la situación. Calmar y tranquilizar a los padres, las
madres o tutores legales o incluso buscar alternativas para llegar a un
consenso es primordial para solucionar los problemas. Si se empieza una
conversación elevando la voz se va a mantener el tono o incluso a elevar, pero
si se mantiene un tono constante la conversación va a ser mucho más fluida y
tranquila.
Emplear
un vocabulario accesible a ambas partes es primordial. Así se evitan
situaciones como éstas:
Es llevado al
extremo pero, en muchas ocasiones, los padres no son receptivos o se niegan a reconocer
comportamientos de sus hijos y no se solucionan problemas. Como dice el dicho,
no hay peor cierto que quien no quiere ver.
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