Ayer, después de clase, me pasé por la biblioteca porque tenía
que devolver dos libros que había cogido hacía tiempo y que no podía renovar
más. Justo enfrente de donde se prestan o devuelven los libros de la
biblioteca, hay una sección de “libros gratis”, que son libros que la
biblioteca ofrece para aquellos que deseen.
No es la primera vez que me cojo libros de esa sección, ni
será la última, aunque lo que sí me gustaría es dedicar tiempo a leerlos. Posiblemente
no esté preparada conceptualmente par comprender los libros que cogí, pero que
no esté preparada ahora no quiere decir que paulatinamente vaya comprendiendo o
interesándome más por esos libros.
La temática es educativa, didáctica y pedagógica, libros que
hace unos años me hubiesen dado igual, incluso en primero de carrera o segundo,
pero que en este momento, considero esencial para mi formación, también creo
que un poco influida por las lecturas que estoy realizando para profundizar en
el tema que trataremos en el proyecto de investigación, al menos considero que
tiene mucha relevancia para el proyecto.
El caso es que una amiga quería buscar un libro del cual no recuerdo el título pero que
tenia buena pinta, y mientras ella buscaba el libro, me puse a ojear por mi
cuenta. Uno de los libros que me cogí se llama “Vygotsky y la pedagogía” de
Harry Daniels. No me he leído todo lo que quisiera, pero llegué al capítulo, o
mejor dicho a una parte del capítulo, 2 donde el autor explica la teoría de
Vygotsky y cómo concibe la educación. La parte del capítulo se llama “La
paradoja del aprendizaje”.
En él, se explica que los conceptos que utiliza Vygotsky
parecen tener cierta relación entre sí formando una red conceptual. De esta
forma, esta red de contenidos puede estar vinculada con la “paradoja del
desarrollo” (Fodor, 1983) o la “paradoja del aprendizaje” (Bereiter”,1985)
donde se aplica esta red de conocimientos al ámbito de la lectura, aunque puede
ser aplicable a muchos más ámbitos.
Mientras que el primero defiende que solo se puede aprender
si lo conoce previamente, el segundo considera que se espera un pensamiento
novedoso por parte de los alumnos, lo que genera un problema.
Para resolverlo, el autor se basa en lo que Vygotsky denominaba
“ley genética general del desarrollo cultural” (1978):
“En el desarrollo cultural del niño, cada función
aparece dos veces: primero en el nivel social y después en el nivel individual:
primero entre personas (nivel interpsicológico) y después dentro del niño
(nivel intrapsicológico). Esto se aplica igualmente a la atención voluntaria, a
la memoria lógica y a la formación de conceptos. Todas las funciones superiores
se originan como relaciones reales entre individuos.”
Vygotsky, 1978, pág. 57
Lo
que me interesa es el rol que cumple el profesor dentro del proceso de aprender
a leer desde esta perspectiva. Lo que se hace tradicionalmente es que el adulto
está siempre presente o cumple un rol fundamental en los sistemas de mediación
en los que los niños aprenden a leer de los expertos, pero los adultos poseen
una visión del mundo influenciada por el texto, es decir, no interpreta el
texto de la misma manera que lo hacen los niños, eso no implica que sea
superior o inferior en cuanto a comprensión. Por lo tanto, un sistema en el que
los adultos no interfieran el proceso en el cual los niños interpretan el mundo
mediante los textos, sin ser mediatizado por los adultos, sería la solución al
problema.
El
hecho de que el profesor no interfiera directamente en la mediación no quiere
decir que no cumpla una función determinante, ya que es el encargado de
fomentar un medio en el cual el niño sea capaz de participar activamente en la
lectura aunque no sea capa aun de llevarlo a cabo.
Para
mí, es la clave del proceso de enseñanza, es decir, que se lea mucho no quiere
decir que se aprenda de aquello que se lee o que se tenga la capacidad de
comprender y transcender de aquello que se lee. Pero el no leer no implica que
no se entienda. Uno de los aspectos que más me llamó la atención cuando llegue
a la universidad precisamente fue no utilizar libros de textos y el hecho de no
seguir un libro me desconcertaba, sobre todo en algunas asignaturas como PDD. Pero
sí que es cierto que tampoco tenía sentido leer algo de lo que sabíamos nada,
es decir, ¿de qué nos valía leer, si
luego no comprendíamos lo que quería decir? Y si no lo comprendíamos, mucho
menos podíamos transcender.
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