Esta
semana ha sido un tanto peculiar: el martes nos fuimos de excursión a uno
pueblos de la Alcarria, el miércoles fue el cumpleaños de una amiga de la
universidad y el jueves celebramos su cumpleaños.
La
excursión no fue tan bonita como hubiéramos previsto ninguno, sobre todo por el
mal tiempo que hizo porque el objetivo principal era observar como cambiaba el
paisaje de un sitio u otro de nuestra ruta. Por suerte, la primera parada fue
ver la Campiña desde la Alcarria para notar las diferencias entre los dos paisajes
y como llevo casi 10 años viviendo en la Campiña ya sabía las diferencias entre
ambos lugares.
El
problema vino en la segunda parada, por el chaparrón que nos cayó pero lo bueno
que tuvimos es que sabíamos dónde estaba el autobús. Pero lo que más me gustó
sin duda fue la tercera parada, y última, no solo por ese detalle.
Me
llamó la atención porque fuimos a ver una nave de un agricultor que, 6 años atrás,
había tomado la decisión de dejar de cultivar cereales para cultivar plantas
aromáticas. Además hizo un comentario no muy acertado, a mi parecer, diciendo
que no tenía estudios, cosa que no era cierta ya que si sabía lo que sabía
sobre su trabajo era porque había estado aprendiendo durante mucho tiempo, y
estoy segura de que no es un proceso que haya terminado, ni para él ni para
nadie. El hecho de que no tenga un título no implica que no tenga estudios,
claro que los tiene aunque no esté reconocido en una hoja de papel.
Lo
que me gustó fue que “se tirara a la piscina” sin saber si iba a funcionar o
no, quiero decir, cuando él tomó la decisión de montar la destilería no se
imaginaba llegar tan lejos como ha llegado, o quizá sí y por eso lo hizo. Cada
uno establece sus propios límites y el no intentarlo es uno de ellos,
independientemente de que salga bien o salga mal.
El
miércoles fue mucho más gracioso y desquiciante al mismo tiempo. Fuimos pronto
a la universidad para esconder el regalo, que era voluminoso por otra parte, o
al menos que la chica no lo viera de primeras. Como no teníamos velas, llamé a
un amigo de clase para que las trajera pero no pudo comprarlas. El caso es que
ya estaba la chica que tenía que ser sorprendida y llegó el chico al que había
llamado para que comprase las velas. No fue ni una ni dos veces las que NOS
preguntó a TODOS, la chica del cumpleaños incluida, que para qué queríamos las
velas y SIEMPRE tenía la misma respuesta “¿Qué
velas?” como diciendo cállate que está delante la del cumpleaños. Pero no
se dio cuenta el chico y no teníamos forma de decirle que se callara de una
vez. Hasta que otro amigo de la universidad le dijo “Para tu cumpleaños unos faros, ¿no?”, y el chico se dio cuenta,
POR FIN. Por suerte, todo salió bien y le gustó la sorpresa a la chica.
Todo
esto viene a que ayer seguí leyendo el libro de Harry Daniels, “Vygotsky y la pedagogía” y en uno de los
apartados del capítulo 2 con el nombre “La
zona del desarrollo próximo”, me acordé de lo que había pasado esta semana.
Sobre todo la influencia que tiene el contexto social en los dos casos, o al
menos como influyó el contexto social en ambos casos.
Me
surgió la duda conforme lo leía de en qué asignatura había dado por primera vez
este asunto de la ZDP, en PDD o en PDE. Ahora entiendo el motivo, el principal
es que los apuntes de ambas asignaturas tienen el mismo color de hoja y el
secundario, pero quizá el más importante, es que no sé si en el momento de darlo en clase, al transcribirlo
al blog o ayer mientras leía el apartado, lo vinculé con los procesos de
asimilación y acomodación de PDD. Pero es un contenido de PDE viendo a Vygotsky
como el máximo representante del constructivismo.
Para
él, la zona de desarrollo próximo es:
“La distancia entre el nivel actual de
desarrollo determinado por la resolución independiente de problemas y el nivel
de desarrollo potencial determinado por la resolución de problemas bajo la guía
de un adulto o en colaboración con compañeros más capaces.”
(Vygotsky, 1978, pág. 86)
Creía
que había quitado inconscientemente la palabra niño, pero no es así, aunque en
este caso se centra en el proceso de aprendizaje-desarrollo del niño. Así lo creía
porque para mí los procesos de enseñanza-aprendizaje no ocurren sólo en los
primeros 20 años de vida, aunque estoy de acuerdo en que es el periodo donde se
precisa obtener habilidades para aprender y desarrollarse, no solo en ese
periodo, sino a lo largo de la vida. Pero no existe un momento en el que dices “sé
todo lo que tengo que saber”, al menos yo no creo que sea así. La vida es mucho
más compleja que eso, durante toda la vida aprendes de diferente forma, enseñas
de manera diferente, te relacionas de manera diferente, te desarrollas de
maneras diferentes, es decir, estamos continuamente cambiando y no todos lo
hacemos de la misma forma, ni durante el mismo tiempo. El hecho de tener cierta
edad y no ser igual que el resto no quiere decir que sepas menos que ellos.
Está
claro que todos aprendemos a lo largo de la vida, independientemente de que se
tenga un título oficial o no para demostrarlo.
REFERENCIAS:
- Daniels,
H., Vygotsky y la pedagogía, Barcelona,
Paidós, 2003.
- Vygotsky,
L. S., Mind in Society: the Development
of Higher Psychological Processes, edición a cargo de M. Cole, V.
John-Steiner, S. Scribner y E. Souberman, Cambridge, MA, Harvard University Press,
1978 (trad. cast.: El desarrollo de los
procesos psicológicos superiores, Barcelona, Crítica, 1996)
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