En
este momento del cuatrimestre, estoy tan saturada de exposiciones y trabajos
que una parte de mí no quiere hacer nada porque está cansada y la otra solo
piensa “un empujoncito más y no podrás tener tiempo libre en vacaciones porque
tendrás que estudiar”. Puede resultar gracioso pero no lo es, al menos en este
momento para mí.
Como
puedo permitirme el lujo de perder tiempo, porque total mañana solo tengo que
hacer una exposición (que no me sé mi parte), todo el papeleo de la beca de
iniciación a la investigación (que alguien ya sabía el resultado pero no me lo
quiso decir) e, si me quedan fuerzas, ir al gimnasio, aquí estoy, debatiendo
conmigo misma sobre hacer un trabajo que tengo que entregar la semana que viene
o no.
En
sí el trabajo no es complicado, de hecho lo tengo pensado, pero tenía tantas
ganas de escribir algo que no esté relacionado con la universidad.
Tengo
la sensación de no desconectar de la rutina, de estar haciendo siempre lo mismo
una y otra vez. No tengo tiempo de reflexionar sobre lo que hago, simplemente
me limito a hacerlo, sin cuestionarlo demasiado.
Curiosamente
reflexiono más o focalizo más la atención en aspectos que no tienen nada que
ver con las asignaturas de este cuatrimestre. Soy consciente de que estoy desmotivada pero también sé que si quiero conseguir la
carrera tengo que aprobar 3º y 4º, y que tengo que rendir más que los años
anteriores por el hecho de que no me gustan las asignaturas, salvo plástica.
Sin olvidarme, claro está, de historia del cuatrimestre que viene. Eso sí que
va a ser divertido.
No
me gusta escribir cuando estoy enfada por el hecho de que luego me enfado
conmigo misma porque no tenía que haberlo escrito. No es que considere el hecho
de escribir como algo negativo, sino que estar en un estado de ánimo
determinado me hace escribir de una manera distinta a la que estoy
acostumbrada.
El
estar desmotivada hace que escriba menos en el blog, algo que considero que es
esencial en el proceso de aprendizaje, hasta cierto punto. Aunque no escriba en
el blog, hay asignaturas como literatura práctica en la que el poder reflexivo
es mayor y puedo indagar más sobre los temas que se tratan. Pero no todas las
asignaturas son así.
Para
mí, la motivación lo es todo ya que condiciona tu manera de percibir o de
interpretar lo que haces, la manera en la que lo haces, la forma en la que te
relacionas con los demás, tomarte las cosas más o menos bien, tener una visión
positiva de lo que ocurre a tu alrededor y de ti misma, incluso llegas a
plantearte si en realidad merece la pena tanto esfuerzo para conseguir algo
inalcanzable o difícil de alcanzar.
La
semana pasada fui a una conferencia de Miguel Ángel Santos Guerra que se
celebró en la facultad de educación por motivo de la fiesta del patrón de la
facultad. Ya había acudido a un conferencia suya, en el VII EIDU realizado en
2013, pero en esa ocasión no pude estar presente en la conferencia entera. Contó
muchas fábulas, todas y cada una de ellas a cuál más interesante, pero me quedo
con una frase que dijo casi al finalizar:
“Sólo a los peces muertos les arrastra la corriente”.
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