Sé lo que ha pasado...
Estaba buscando el primer post que escribí en el blog pero me acabo de dar cuenta que lo borré, para bien o para mal. No me interesaba el contenido del post (no recuerdo exactamente cuál fue) pero sí quería saber la fecha. Supongo que sería a mediados o finales de Septiembre del 2012.
Me interesa la fecha porque fue aproximadamente cuando comencé las clases en la universidad y ayer fue la última clase que tuve, al menos espero que así sea.
No recuerdo que día fue pero sí sé las primeras clases que tuve: Procesos del aprendizaje, Comunicación audiovisual y Psicología del Desarrollo; y el último día fue Aprendizaje cooperativo. Todas ellas son un ejemplo de muchas cosas: de mi estado de ánimo, de mi implicación, de mi manera de concebir la docencia, de mi manera de relacionarme o no con los demás y de cómo todo eso me ha hecho cambiar hasta ser lo que soy ahora.
Parece que fue ayer cuando empecé la universidad y realmente fue ayer cuando terminó, al menos la parte académica presencial. He tenido asignaturas muy variadas: unas no me las esperaba, otras no quería que llegaran, unas me han ilusionado unas incluso me han desmotivado, unas me han hecho disfrutar y ser mucho más consciente en los aspectos que tenía que mejorar...
Sé que lo he contado muchas veces, pero como es el último que voy a escribir sobre las clases, al menos explícitamente,me voy a permitir el lujo de repetir que no quería hacer magisterio porque no veía sentido a la profesión, es más discriminaba a los profesores por tener esa profesión. Pero como siempre me dice mi padre "no puedes criticar algo sin conocerlo", y qué razón tiene.
Mi primera y única opción era estudiar química porque además de gustarme se me daba bien (aunque creo que lo segundo es una consecuencia de lo primero) y, aunque la nota que pedían de selectividad era menor a la de magisterio, cuando seleccioné las preferencias de las carreras, solo puse magisterio de educación primaria. El motivo fue porque un compañero de clase y varios conocidos me dijeron que por mi manera de ser encajaba en un perfil de profesora.
En realidad no sabía por qué encajaba en un perfil de profesora, profesión que había repudiado durante mi periodo de instituto porque consideraba que los profesores solo priorizaban le resultado de un examen y no veían el aprendizaje como un proceso dinámico y activo. Eso si, no lo expresaba así, me limitaba a decir que me tenían "manía".
El caso es que comencé la carrera y para mi sorpresa el primer cuatrimestre no estuvo mal y me hizo tener una visión muy distinta a la que tenía sobre la docencia. En cambio, en este tiempo he vuelto a tener profesores como los del instituto pero mi manera de gestionarme y relacionarme con ellos ha cambiado.
En el instituto si un profesor pasaba de mí, yo pasaba más de él. Por ejemplo, en 2º de la ESO el profesor de música me suspendió porque no sabía tocar la flauta (de hecho cuando me presenté en septiembre tuve menos nota que en junio) y en 3º lo aprobé pero cuando había tocar la flauta no iba a clase directamente. Me salió bien porque como aprobé en 3º me aprobaron la de 2º.
Pero cuando me he encontrado a ese tipo de profesores en la universidad la manera de hacer frente a esa situación ha sido muy diferente, aunque en algunas situaciones no. El año pasado estuve 9 semanas de 17 sin ir a la clase teórica de Literatura porque la propia PROFESORA dijo que las profesoras de universidad que quieren triunfar no tienen familia, es decir, que una mujer con hijos no podía ser catedrática. Eso si, según ella es porque lo dicen las estadísticas. No voy a hacer ningún comentario al respecto porque creo que ni lo merece, pero espero demostrarla de aquí a unos años que está muy equivocada.
Este año, estoy en una situación parecida y creo que la solución no es dejar de ir a las clases porque en realidad la única que pierde soy yo, sino que tengo que hacer lo que ellos esperan que haga, independientemente de que este de acuerdo con ese planteamiento o no.
Hasta ayer tenía muy claro lo que hacer después de la carrera precisamente porque gracias a las experiencias positivas y negativas que he vivido con los 39 profesores que he tenido hasta la fecha, me han permitido formarme y tener una identidad como profesora. Tanto los buenos como los malos han construido la identidad y la manera en la que concibo la docencia y los motivos por los que es así.
A nivel profesional me queda mucho por aprender y solo se aprende a enseñar enseñando y se enseña a aprender aprendiendo. Creo que es la única manera de entender la docencia, o al menos es aquella que te permite ver tu profesión como un reto y una motivación esencial para poder trabajar bien.
El examen más extraño que he hecho en toda mi vida fue el de PDD. Todos estábamos nerviosos y preocupados por el examen y lo cierto es que en realidad no fue tanto como nos imaginábamos, al menos a mí no me lo pareció. No tardé demasiado en hacer el examen (en gran medida porque mi madre se enfadó conmigo y estuvo 2 días sin hablarme) pero cuando lo terminé estuve unos cuantos días viéndolo y repasándolo porque no me terminaba de convencer. Hasta que un dí no podía aguantar más la presión de verlo y se lo mandé al profesor. No pasó ni un segundo y ya me había arrepentido de haberlo enviado. La tensión fue en aumento cuando pasaron los días y no tenía contestación por su parte. Fue un regalo de Reyes adelantado, y nunca mejor dicho porque me contestó el 5 de Enero por la tarde. De hecho cuando lo recibí pensé que tendría que volverlo a hacer porque estaba mal y antes de mirarlo discutí con mi madre porque era la culpable de que me hubiera salido mal el examen. Había muchos comentarios y lo interpreté como algo negativo.
Precisamente ese examen, me hizo darme cuenta del dinamismo del aprendizaje, no solo por su contenido sino por la manera en la que se planteaba el examen. Empecé a ser consciente de lo complejo que era ser profesora y de lo mucho que tenía que cambiar yo como estudiante para poder ser el tipo de profesora que hoy ahora. Tenía miedo en convertirme en aquello que durante el instituto había repudiado pero precisamente por contar con esa experiencia y la perspectiva de un estudiante sabía cómo no tenía que ser como profesora.
Es muy curioso porque en el instituto no podía soportar que no se tuviera en cuenta el proceso de aprendizaje y que fuera el propio profesor pusiera la nota, pero cuando en el examen tuve que ponerme nota no fui capaz de ponérmela. El comentario literal del profesor fue "Eh... no te escaquees".
Recuerdo que una de las partes del examen era leer un texto y contestar a unas preguntas. La primera vez que leí el texto no me estaba enterando de nada, pero nada de nada. Y volví a empezar.... No sé la de veces que leí el texto pero sí recuerdo que me costó comprenderlo. Esa experiencia resume lo que ha significado la carrera para mí.
Este blog acaba con este post, al menos a nivel académico. Ahora queda lo mejor para mí, disfrutar de la beca de investigación, empezar con el TFG y, lo más importante, las prácticas, donde realmente aprendo.
¡QUE TE CREES TÚ ESO!
... pero no sé lo que va a pasar.