Hace unos 4 meses me informaron de este cursillo impartido por John
McWhirter y la verdad es que estaba interesada desde un principio. Pensaba que
iban a ser conocimientos nuevos, pero en realidad son procesos que llevamos a
cabo de forma automática y pasa desapercibidos, a no ser que te fijes en el
proceso, que es justamente de lo que se trataba de hacer en el cursillo.
En
total fueron 4 días y medio pero, a nivel personal fueron muchísimas horas
menos. En gran medida porque sabía la metodología de trabajo, donde dedicábamos
más tiempo a explorar e indagar en nuestras propias experiencias que en el
hecho de dar conocimientos teóricos.
Un
hecho que me llamó la atención, comparando los 3 primeros días con respecto a
los dos últimos, es que no me impliqué tanto a nivel emocional en los últimos
días que en los primeros o había elegido mal mis experiencias porque al
recordarlas las emociones que evocaban eran intensas para mí. A partir del
jueves pude disfrutar mucho más del cursillo y tomar una perspectiva distinta
no solo dentro de la experiencia de participar e implicarme en el cursillo,
sino ir más allá y darme cuenta de lo que en verdad estaba cambiando mi manera
de aprender.
Lo
que más me gustó fue escribir un diario reflexivo al finalizar cada día. Estoy
acostumbrada tanto a escribir cuando hago algo interesante o me interesa un
tema determinado que cuando me dieron la oportunidad de hacerlo no me lo pensé
dos veces. Me servía para procesar o asimilar todo lo que había pasado en el
día, cómo me sentía, para qué me había servido y que aplicaciones o conexiones
hacía con mi vida tanto antes como ahora e incluso en un futuro.
Precisamente
eso fue lo que me llevó a darme cuenta de algo que llevaba pensando mucho
tiempo pero de lo que no había sido consciente. Hace 3 años, si hubiera
aprobado el curso entero y sacado la nota suficiente como para acceder a la
carrera de Psicología (que era lo que me gustaba en realidad), mi vida hubiera
sido muy distinta a cómo es ahora, de hecho, no hubiera estado en este
cursillo, o sí. Pero como el año pasado fue cuando aprobé bachillerato y supe
mi nota de selectividad, decidí que otra opción era Magisterio.
En
un principio, hacer esta carrera no me llamaba mucho la atención pero es
curioso como tampoco me eché para atrás cuando empecé la carrera. No sabía que
tuviera tanta relación con Psicología y el hecho de dar PDD y PDE hizo que me
replantease si en verdad había elegido el camino correcto, aunque también es
cierto que no tenía claro el objetivo que quería alcanzar cuando empecé la
carrera.
Todo
esto, junto con la insistencia de mi madre sobre todo en remarcar que iba a
trabajar con niños por el hecho de hacer magisterio, hizo que me replantease
seguir o no en la carrera. Pero no era una decisión en la que dependiera de la
opinión de nadie o no quería que fuera así. Sin embargo, cuando tomé la
decisión de continuar con la carrera y cuando finalizara estudiar, o bien por
mi cuenta o a distancia o por medio de cursillos intensivos como este algo
relacionado con la Psicología para no tener que elegir entre las dos carreras,
sí que necesitaba la aprobación o una palmadita en la espalda. No tanto
aprobación porque había elegido de forma autónoma y deliberada lo que iba a
hacer y pensaba que si me equivocaba lo hacía por motivos propios, porque no lo
veo como algo negativo, para nada.
Volviendo
al tema del cursillo, voy a escribirlo en los próximos días porque creo que hay
detalles que en un principio pasé por alto y son relevantes ahora, al menos
para mí. Para no poner los mismos ejemplos intentaré ejemplificar con lo que
fui aprendiendo y cómo lo fui aprendiendo durante el cursillo.
Es
volver a rizar el rizo pero es que me para que son temas y aprendizajes que
hacemos en el día a día de manera inconsciente que me motiva mucho para
escribir sobre ello.
Además,
realizaré una serie de conclusiones a las que fui llegando que me parecen muy
curiosas, cuanto menos.
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