Una de las cuestiones que más me preocupa a la hora de dar
clase, que cada día queda más cerca, es la manera de evaluar, sobre todo porque
creo que uno de los mayores problemas que veo como estudiante, y que he podido
comprobar con mi escasa faceta como profesora, es que la palabra
EVALUAR/CALIFICAR, siempre va acompañado con un objetivo claro, el de aprobar.
Para mí, el hecho de tener una nota numérica u otra no
define, o no tiene porque definir a la persona en cuestión. Tener más o menos
nota no te hace mejor o peor que otra, en comparación. Tener más nota no
implica que sepas más sobre un tema o que entiendas el tema. Por ejemplo, una
persona puede ser muy buena en matemáticas pero no por ello quiere decir que
entienda las matemáticas.
Entender y saber no son lo mismo, es decir, para entender es
preciso que lo sepas pero puedes saber algo sin entenderlo. Por ejemplo, me
considero nula en historia por el simple hecho de que soy incapaz de aprenderme
algo de cajón, es decir, aprenderme algo de memoria y luego soltarlo en el
examen. En el momento del examen, sé la historia pero como no la entiendo, o no
la doy un sentido se me olvida. Cuando estaba en 2º de Bachillerato y me quedó
historia, recuerdo que estuve un mes entero resumiéndome el libro que tenía
unas 346 páginas. Hoy en día sigo dudando de que el examen estuviera aprobado,
pero lo estuvo para mi fortuna. En cambio, historia de la filosofía me
encantaba, porque lo entendía, le daba un sentido.
Una de las cosas que me sorprende de la docencia hoy en día
es que se de mayor importancia al saber que al entender. En varias de las
clases de Didáctica de las Ciencias Sociales, el profesor ha estado defendiendo
que sin saber no puedes explicar y no estoy de acuerdo con ello, sino ¿por qué
estamos dando didáctica de las ciencias sociales si no hemos dado aún historia?
No estoy de acuerdo porque hay profesores que son buenos en
su materia, pero eso no quiere decir que sepan explicarlo. Siempre he concebido
la idea de nadie entiende nada si no es capaz de explicárselo a un niño o a
otra persona. Puedes estudiarte una fecha, una fórmula, una receta, pero si no
entiendes el proceso lo tienes jodido.
De hecho, algo que piensa todo el mundo es que profesor
puede ser cualquiera y que es una carrera muy fácil y que se gana mucho dinero
y que se tienen muchas vacaciones. En toda mi experiencia como estudiante, casi
20 años, he pensado así, sobre todo en mi experiencia en la ESO y en la
Universidad, y no de manera generalizada, aunque quizá esta última sea la que
más determinante ha sido para dejar de pensar así, sobre todo porque ha sido
donde he entendido lo que implica la docencia y donde pese a todo me ha gustado
más. Desde el principio tuve claro que la carrera iba a tener una fuerte
vinculación con la pedagogía y con la psicología, hasta que llegué a 2º de
carrera y me di cuenta de que no era verdad. Lo que deduzco que en la
universidad se da mayor importancia a los contenidos puramente teóricos que
aquellos que dependen y que condicionan de manera importante a la relación
entre el estudiante y el docente.
No recuerdo donde leí hace poco que la relación entre
docente y estudiante no había cambiado tanto desde que aparecieron las primeras
universidades, en las que se entendía que la función del docente era guiar al
estudiante posibilitándole de todas las herramientas necesarias para poder
licenciarse. Pero también hablaba que desde entonces, y sobre todo en los
últimos años, la balanza equilibrada había virado hacia el estudiante, dejando
al docente sin protección. No creo que sea tan exagerado pero sí que es cierto,
sobre todo en la ESO que la balanza está totalmente descompensada aunque no estoy
segura hacia qué lado.
Sinceramente, hablando del caso de mi universidad, creo que
quitar las licenciaturas ha sido lo peor que nos ha podido pasar a los
estudiantes, solo por delante de las menciones, que sin lugar a dudas no sirven
ni para ser mencionadas en el título que todos vamos a recibir tras superar la
carrera. No comprendo los motivos por lo que cambió pero se supone que es el
riesgo de todo cambio, que no se sabe si es a mejor o a peor, aunque claro
depende de para quién es bueno o es malo, está claro para quien es bueno
alargar las carreras y para quién no.
Volviendo
a lo de antes, ¿es necesario evaluar tanto, sin pararnos a pensar en qué
debemos evaluar? Para mí, lo importante no es evaluar sino saber hacerlo y
entender los motivos por los cuales evalúas de una forma u otra. Por ejemplo,
¿de qué te sirve evaluar si tan siquiera sabes de dónde parten tus alumnos?